La familia de don Alex Calvo es bien conocida en barrio Pitahaya de Cartago por coleccionar chuzos antiguos. Por eso La Teja fue a buscarlo para ver si era cierto y ahí fue cuando ellos mostraron a uno de sus chineados, que se convirtió en su proyecto familiar.
Es por eso que en nuestra sección “El Chuzo de la Semana” les mostramos este Chevrolet modelo 3.600 año 1956 de color morado, que no importa en qué parte del país ande, siempre roba miradas.
Don Alex nos contó que para conseguirlo no fue nada sencillo; fue una pulseada comprarlo, pese a que le dio un seguimiento de los que dan miedo, lo logró en el momento menos imaginado.
“A mí toda la vida los carros antiguos me han gustado; principalmente, los americanos. En esos años me puse a buscar uno para poder comprar y que me alcanzara con unos ahorros que tenía guardados.
“Vivía en Tibás en los años noventa y un amigo tenía un Chevrolet; le seguí la pista por tres años, me decía que me lo vendía, pero no llegábamos a un acuerdo, al punto que ya me había dado por vencido.
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“Pero en 1994 me lo encontré en un banco en Tibás, me preguntó que si tenía la plata para comprar el carro, le dije que sí y respondió ‘lléguese hoy’. Entonces, me busqué un abogado, me acompañó a la casa del amigo y lo compré”, contó emocionado.
El pick-up estaba bien cuidado, pero debían cambiar varias piezas para volverlo a poner en todas y una de las cosas que decidió, en conjunto con su esposa Sonia, fue cambiarle el color. Fue Alex quien se encargó de encontrar el color indicado y tras un buen tiempo investigando dio en el clavo.
“El carro era rojo, estaba bonito, pero la pintura en varios sectores estaba reventada y analizamos qué hacer. Tenia el presentimiento que si lo pintaba de nuevo rojo no iba a notar algún cambio, me puse a buscar en una revista de carros antiguos americanos, vi colores como amarillo, anaranjado, rojo y leyendo encontré uno de color morado y escogí ese. Era un color diferente, que ningún carro usaba aquí y así marcar una diferencia”, contó.
Esa decisión, sin duda, fue una de las más acertadas con el proyecto y eso le ha permitido llevarse los elogios de muchas personas; principalmente, en las exhibiciones de carros antiguos en las que su participación es frecuente.
A lo largo de estos años se les unió su hijo José Pablo para hacerle arreglitos al pick-up, y aunque le han hecho de todo, una vez le pegó un susto y, con el paso del tiempo, esta se convirtió en una de sus mejores anécdotas.
“La primera vez que decidí irme de gira con él para Limón resulta que el marcador de la gasolina en el tablero se jodió y subiendo el Zurquí, después de una gasolinera en dirección hacia Limón, me quedé sin gasolina. Entonces, un trailero me jaló hasta la parte más alta del cerro, cuando llegué ahí me soltó y con el impulso bajé hasta el cruce de Río Frío y cuando llegué pude echarle gasolina”, finalizó.
Recuerde si usted tiene un buen chuzo guardado en el garaje y quiere salir en esta sección, puede enviarnos sus datos y fotografías de su carrito por correo electrónico a la dirección redacción@lateja.cr