La leyenda de la NBA Kobe Bryant murió este domingo en un accidente de helicóptero en las colinas Calabasas, en Los Ángeles, Estados Unidos.
Kobe falleció junto a su hija Gianna, de 13 años, a la que llevaba a una práctica de baloncesto. En el accidente murieron otras tres personas.
El incidente se produjo solo unas horas después de que la exestrella de Los Angeles Lakers, de 41 años, felicitara a la actual estrella de ese equipo, LeBron James, quien lo superó como el tercer máximo anotador de la historia de la NBA en un partido celebrado este sábado contra Filadelfia.
A escasas horas de su trágica muerte, cabe recordar que el mayor éxito del exjugador de Los Angeles Lakers, apodado la Mamba Negra, no es haber ganado cinco anillos de la NBA, dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos o varios MVP (Mejor Jugador de la Liga), entre muchos premios más, sino haber superado dos graves crisis matrimoniales y mantener unida a su familia.
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Y es que al retirarse, después de veinte años en la élite mundial del baloncesto, cuando Bryant volvía a ver atrás lo que recordaba con mayor ahínco es que a través de la fe, y con la ayuda de un sacerdote, se salvó su matrimonio.
Fue en 2003 cuando saltó la bomba: la estrella de los Lakers había violado a una empleada del hotel en el que se alojaba. Hasta entonces la Mamba Negra formaba una de esas parejas modelo que todos los medios de comunicación utilizaban como matrimonio perfecto.
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Kobe y Vanessa se conocieron cuando ella apenas tenía 17 años, pero ambos sabían que solo era cuestión de tiempo que se formalizara su relación. Esperaron a que ella terminara sus estudios, y después de que Vanessa cumpliese 21 años (él tenía 23) ambos se dijeron sí en la iglesia católica de San Eduardo, en Dana Point, en California.
Los padres de Bryant, también católicos, no dieron su visto bueno a este enlace por la juventud de su nuera, y la relación entre padre e hijo se tensó tanto que dejaron de verse. Pero para el joven matrimonio todo era perfecto: él triunfaba en la mejor liga del mundo y ella quedó embarazada de Natalia, que nació en 2003, el mismo año de su crisis.
Pasó del cielo al infierno
El escándalo fue mayúsculo, una de las estrellas de la NBA supuestamente había violado a una empleada de hotel, además de engañar a su mujer. Los patrocinadores huyeron despavoridos y el basquetbolista no paraba de repetir que él no había violado a nadie, que había mantenido relaciones con ella, pero que habían sido consentidas.
La primera demanda fue desestimada por un juez y la segunda, esta vez por lo civil, se resolvió un año después fuera de los tribunales.
Pero durante ese tiempo Kobe no encontraba consuelo. Le ofreció disculpas a su mujer, a su familia, a la empleada del hotel e incluso de los ciudadanos de Colorado, ciudad donde ocurrieron los hechos.
No fue el dinero ni la fama los que ayudaron al basquetbolista a superar aquel bache, sino un cura, y así lo contó hace Kobe pocas semanas durante una entrevista con GQ:
“La pérdida de los respaldos económicos fue realmente lo que menos me importó. ¿Qué si tenía miedo de ir a la cárcel? Sí. Tenía 25 años. Estaba aterrorizado. Lo único que realmente me ayudó durante aquel proceso (soy católico, me eduqué como católico, mis hijos son católicos) fue hablar con un sacerdote. En cierto modo fue divertido. Me mira y me dice: ´¿Lo hiciste?´. Le digo: ´Por supuesto que no´. Entonces me pregunta: ´¿Tienes un buen abogado?´. Y yo le digo algo como: ´Oh, sí, es fenomenal´. Así que se limitó a decir: ´Déjalo pasar. Sigue adelante. Dios no te va a dar nada que no puedas soportar, y ahora todo está en sus manos. Es algo que no puedes controlar. Así que déjalo pasar´. Y ese fue el punto de inflexión”, contó.
Liberado del peso, Kobe siguió hacia adelante.
Su vida continuó, y su familia creció. A pesar de que en 2005 su mujer Vanessa sufrió un aborto natural, su segunda hija, Gianna (también falleció en el accidente), llegó poco después, en 2006 y durante algunos años la familia gozó de su buena racha, pero nada es eterno en esta vida.
Al igual que en su carrera deportiva, en la que gozó de dos épocas extraordinarias en las que ganó tres anillos seguidos en la primera junto a Shaquille O´Neil (1999-2002) y junto a Pau Gasol en la segunda (2009 y 2010), su matrimonio volvió a venirse a abajo en 2011, cuando su mujer le pidió el divorcio.
Se separaron, y durante trece meses la reconciliación parecía imposible, pero finalmente encontraron la fórmula y anularon su divorcio.
“Todavía nos peleamos. No voy a decir que mi matrimonio es perfecto, eso no se lo cree nadie”.
“Pero si como atleta tengo que bajar el culo y trabajar, ¿cómo no voy a hacer lo mismo en mi vida personal, cuando afecta a mis hijos? No tendría ningún sentido”, reconoció el propio Kobe.