Javier "Zurdo" Jiménez estaba apenas en los primeros años de su carrera, cuando se sacó de la manga una jugada que dejaba como loco a cualquiera que se le ponía enfrente y trataba de detenerlo, generalmente sin éxito.
En la grada durante los 70 y 80 más de un manudo le decía a la pirueta "la bicicleta"; sin embargo su creador la bautizó "el triciclo" porque era más pequeña, rápida y dejaba botado al rival en dos toques.
Como dicen que recordar es vivir, a Zurdo se le dibujo un sonrisota cuando le preguntamos por aquella jugada y cómo pasó de su cabeza a la cancha.
"Era la chispa que tenía uno dentro de la cancha, algo que me inventaba en un momento y nada más me salía, cada partido tenía uno que salir con algo nuevo para sorprender, uno no se podía quedar siempre con lo mismo", comentó don Javier.
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Zurdo hacía que la jugada pareciera fácil, la tiraba al frente, después la jalaba de taquito y daba un giro con el que dejaba tirado al rival, pero la verdad es que era bien complicada porque solo su autor la aplicaba.
"Trataba de hacerla chiquitita y engañar al rival, esa era la alegría de ver qué salía. los rivales se quedaban todos preocupados porque era una jugada que salía de pronto, entonces los agarraba sorprendidos, yo no entraba pensando en hacer eso, era una cosa del momento nada más", agregó.
Zurdo fue claro que no podría enseñarle el triciclo a ningún jugador manudo porque esas cosas no se enseñan, las inventa cada uno.
"El futbolista tiene que tener la chispa de inventar sus propias cosas, uno no puede copiarle a los demás, es algo que debe ser natural", ofreció como consejo.
En puras carreras
Por estos días, el Zurdo anda bien ocupado por el homenaje que le harán el domingo a las 5 de la tarde en el estadio Morera Soto, en el clásico nacional.
Don Javier visita con frecuencia la que fue su casa entre 1971 y 1983, un lugar al que llega como si nunca se hubiera ido porque para la afición manuda, el recuerdo de este atacante es sencillamente inolvidable, muchos iban al estuche solo por verlo a él.
Los gritos de "¡Zurdo, Zurdo!" se escuchaban en cada esquina de la Catedral, por la belleza de su juego, era el ídolo de una afición.
"Hay una anécdota muy bonita en un partido contra Herediano, que les ganamos 5-2. El entrenador me sacó antes del final, después que había hecho un muy buen partido, hice dos goles y había puesto otros dos, en ese momento al salir el estadio en lleno completo empezó a corear, "¡Zurdo, Zurdo, Zurdo!", son recuerdos muy lindos que no se olvidan".
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Aquellos gritos de sus fanáticos, el exjugador de 65 años, todavía los escucha como si se los hubieran coreado ayer y más le vale que se vaya preparando porque es muy posible que el domingo revivan como en los viejos tiempos.
"Yo me hice liguista por mi papá, siendo el colombiano, llegó de niño a Costa Rica y se enamoró de la Liga y desde entonces nos impregnó ese amor a sus hijos", explicó.
Don Javier, justamente se dedica a cuidar a Santiago, su padre, junto al que vive en el Invu Las Cañas, en Alajuela, desde hace mucho tiempo.
La fama del Zurdo traspasa épocas porque aunque muchos no lo vieron jugar, al menos en Alajuela, la mayoría conoce de su leyenda y lo señalan como el jugador más talentoso que se ha vestido de rojinegro, con el perdón de Wilmer López, otro "apóstol" erizo.