Escuchar¢57 millones. Eso vale el chuzo Lexus que Purdy Motor le dio al seleccionador nacional Gustavo Matosas.
Para nuestro medio puede verse como un lujo excesivo, muchos dirán que esos millones se pudieron usar en bonos de vivienda, becas, en fin, sobrarán ideas.
Pero no me voy a poner en ese plan, soy un gran aficionado del fútbol y la Sele me pone a vibrar, celebrar, sufrir, y aún no digiero el ridículo por el que nos hizo pasar Oscar Ramírez en Rusia, con complicidad de algunos jugadores, el mismo presidente de la Fedefútbol, Rodolfo Villalobos; incluido el pobre rol del departamento de prensa y de protocolo de la Fede.
Si el uruguayo Matosas logra llevar a nuestra selección por el camino correcto desde el punto de vista táctico, disciplinario y hasta inyectarles un poco de don de gentes a los futbolistas, el costo del Lexus es un detalle.
Tampoco perdamos de vista que ese carro no nos cuesta ni una teja, no es el gobierno con su crisis fiscal el que lo está entregando, ni olvidemos que como país pobre no somos un gran atractivo para técnicos internacionales.
Matosas no es un desconocido, tiene su espuela en el fútbol internacional, da categoría a nuestro equipo patrio y eso tiene su precio.
Ojalá sienta en lo más profundo lo que significa para este país que él se movilice en chuzo de ¢57 millones y nos devuelva el orgullo de lucir una chema roja bien intensa.
