Fabricio Arauz Rodríguez es un abogado y aficionado a los escarabajos desde 1996, pues estos autos realmente lo han cautivado desde que era muy joven, por lo que cuando obtuvo un Volkswagen 1966 procuró tenerlo como un ajito.
La nave la bautizó como el 260, porque es el número de la placa, otra muestra del estilo clásico y los kilómetros que ha recorrido en Tiquicia.
El vochito en cuestión tienen muchos detalles que lo hacen especial; por ejemplo,aún conserva su pintura original de fábrica tipo “bahama blue”, algo muy poco común para una nave que está por cumplir 60 años.
“Es un carro con el que disfrutado muchísimo, lo he usado bastante, ha sido un auto de uso diario, de carreras, de exhibición. Ha sido muchas cosas por lo que le tengo mucho cariño.
“La pintura original se mantiene, porque es bastante emblemático que un carro de estos conserve su pintura original con todo y el desgaste del tiempo, el cual no es simulado, ni nada por el estilo, sino que es un añejamiento natural del carro por el paso de los años”, comentó.
Arauz conoció la nave mucho tiempo antes que fuera suya, y desde que la vio quedó flechado, por lo que cuando se dio cuenta que estaba a la venta, no quiso dejar pasar la oportunidad.
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“Este ejemplar lo conocí, por primera vez, en el antiguo Kamakiri, en una exposición de autos antiguos en 1998, sin saber que ocho años después sería mío. Siempre veía este Vocho en ruta por Desamparados, Escazu, Coronado etc. Un dia, a principios del 2006, el vochito salió a la venta en los clasificados, pero tenía el motor malo, por eso el precio”, detalló.
El chuzo aún estaba con todo su brillo, tenía aros Empi deportivos de época, un accesorio muy escaso en el país (los aros se han guardado para su restauración), así que se hizo el negocio. El motor se reparó y se anduvo así por años, y con este un auto ha ido a exposiciones, eventos de motor y otros lugares.
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Fabricio lo empezó a chanear y, además, lo modificó para ir a competir a lugares como los Interclubes que se disputan en el circuito de competencias del Parque Viva en La Guácima.
“Hace unos ocho años se le mejoró con un sistema turbo alimentado, carburadores, enfriador de aceite adicional, cinchas de caja, kit de MSD y recirculador, entre otros. Desde 2008, este auto ha ido a eventos de motor y, pese a que compite con vehículos mucho más rápidos y nuevos con alta tecnología, sigue siendo un luchador y llama la atención donde quiera que vaya”, nos explicó su feliz dueño.
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Arauz está muy feliz con la nave, y nos dijo que detalles como la pintura original la seguirá conservando, pues aparte de su calidad por el sistema de inmersión, sus rayas le imprimen carácter y añejamiento único que, más bien, le dan elegancia. Lo que es posible que cambie es que regrese a una configuración más sencilla de motor.
A pesar de sus casi 60 años el 260 sigue con toda la pata, listo para seguir con más aventuras e impresionando a muchos.
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