Un Chevrolet 150 clásico, modelo 1957, está estacionado en la casa de un herediano esperando, nada más, a que pase a las manos de su próxima dueña, su hija.
No obstante, conseguirlo no será tarea sencilla para su hija, quien para quedarse con esta joyita deberá poner en manos de su tata un título universitario.
A Chepe, a quien llamaremos así por una solicitud especial, el tema de los autos clásicos realmente le apasiona, tiene varios en su casa y les dedica bastante tiempo para chinearlos, darles el mantenimiento adecuado y restaurarlos, son proyectos que le entretienen muchísimo.
Para conseguir sus naves le ha tocado explorar, caminar, manejar y andar por lugares insospechados para muchos, pues en donde otros vieron un carro que estaba listo para ser chatarra, él vio una potencial joyita que podía devolver a la vida.
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Este es el caso de este chuzo, que tiene tan bonito que hasta lo ha alquilado para sesiones de fotos, bodas y otras actividades especiales.
“Desde que era niño siempre quise un carro antiguo, ya trabajando, en 1992 encontré este carro, era un gallinero, sin saber qué carro era, decidí comprarlo y restaurarlo, el proceso me llevó a importar algunos repuestos, otros los busque el la chatarrera Chinchilla, en Dos Cercas de Desamparados un lugar algo peligroso.
“Un día estaba solo en la chatarrera buscando repuestos y de la nada me salieron unos drogadictos, lo tomé como algo normal, lo único que se me ocurrió fue ofrecerles plata para que me ayudaran a buscar repuestos y me ayudaron, fue hasta divertido, pero sentí desconfianza”, recordó.
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Encontrar este modelo fue un golpe de suerte, porque ya se ven muy pocos, pues en el año que salió salieron tres tipos de modelos.
“Bel Air era el modelo de máximo lujo, el 210 de lujo intermedio y el 150 era el de menos lujo, el que usaba la policía o las empresas, era el carro de trabajo. De los 150 hay muy pocos porque nadie los cuidaba”, comentó Chepe.
Con el carro la breteada fue bien fuerte, porque estaba hecho leña y le tocó trabajarle casi todo para que luciera como Dios manda, lo cual involucró una inversión bastante fuerte.
“El carro fue completamente desarmado, se cambiaron todas las piezas de desgaste y unos cuatro años después estaba listo. Restaurar un carro no es una carrera de velocidad, es una carrera de resistencia para la billetera y la paciencia, casi es un apostolado, yo hice la instalación eléctrica respetando por completo el manual”, explicó.
Actualmente, mantener el chuzo involucra una buena inversión, por lo que aún lo alquila para eventos como una manera de conseguir fondos para cubrir los gastos.
“Cerca de 1997 el carro estaba listo y en 1999 me casé, así que llevé a mi esposa a la boda en ese carro, luego llevé a mi ahijada y tomé la decisión de alquilarlo para eventos, no es un negocio, pero paga el seguro, el marchamo y las reparaciones”, recordó.
Si alguien desea alquilar este y otros chuzos para un evento puede llamar al 84682432 o buscar en FB Autos Antiguos para Eventos Costa Rica.