Enrique Artavia y Diego Rodríguez son los coordinadores de la seguridad privada del estadio Edgardo Baltodano de Liberia y el Chorotega de Nicoya de Guanacasteca uno de los trabajos que más de un fiebre al fútbol se desea, pero que no es tan sencillo.
Este 1 de mayo se celebra el Día del Trabajador y La Teja honra a muchos costarricenses que tienen trabajos únicos, diferentes, especiales. Cuidar un estadio, con todo lo que implica ser un oficial durante un partido de fútbol, hace que sea un brete de esos que llaman interesantes.
Con más de nueve años de experiencia, ambos deben afrontar situaciones complicadas, aficionados malcriados, insultos racistas y darle protección a jugadores, cuerpo técnico y árbitros en cada compromiso.
A su cargo tienen una flotilla de personas que pueden llegar a sesenta en los partidos clase A, como ante Saprissa, Alajuelense y el clásico pampero y una coordinación constante con la Fuerza Pública.
Ellos fueron lo que debieron afrontar el episodio con Jonathan McDonald y su denuncia de racismo, se llevaron unos cuantos huevos encima de la afición manuda, cuando la víctima era el anterior técnico Andrés Carevic, vieron al supuesto “brujo” trabajar y han tenido situaciones tensas con los aficionados del Herediano y de Puntarenas FC, pues son equipos que también llevan mucha gente.
Ellos como coordinadores, les toca estar muchas veces en gramilla y la idea es estar viendo al resto del personal y al público, difícilmente se pueden poner a ver el partido, pero a veces, la tranquilidad de las acciones lo permiten.
Rodríguez dijo que el episodio con Mc Donald no pasó a más y que el video que hizo público San Carlos está allí y no se puede refutar, pero indicó que todo sucedió después del evento principal.
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“El comisario no nos reportó nada, en ningún momento escuchamos nada. Lo que gritaba la gente era miedo y el cuerpo técnico de San Carlos increpaba a los aficionados, los incitaba y el aficionado caliente, responde”, dijo.
“El video fue después de que pasó todo ese alboroto, cuando se metieron más con él. Pero no vimos a nadie haciendo los gritos, primero dijo que era uno y luego dijo que eran cinco más. No hay quite, allí está el video, pero para identificar a alguien no”, contó Rodríguez.
Artavia se refirió al asunto de los huevazos que le cayeron al bus de la Liga en la última visita, cuando la víctima era el mismo técnico rojinegro.
“El equipo estaba mal y los estaban esperando a punta de huevazos, cuando hicimos el cordón para que salieran de los camerios los aficionados les tiraron huevos pero nos pegaron a nosotros. A Diego le tocó lavar el parabrisas del bus de Alajuelense”, contó.
Brujos, gorras, brasieres
Otro de los incidentes recientes que sucedieron en el Chorotega de Nicoya fue la presencia de una personas que lanzó las cartas del tarot, para, aparentemente, mover energías, hacer una manifestación que favoreciera a Guanacasteca. Ese día, los locales ganaron 3 a 0.
Rodríguez dijo que fue informado de que había un brujo en el estadio.
“Entró normal, con las cartas, no era nada malo. Luego me lo reportaron y le dije a un oficial que se le pegara a él, que estuviera cerca pero que si no hacía nada malo lo dejara tranquilo. El señor fue muy respetuoso con la gente. No pasó a más”, expresó.
También expresó que en el incidente con la barra de Herediano fue de los momentos más tensos por lo que ha pasado, pues casi no recibieron el apoyo de la Fuerza Pública y pensaron que las cosas pudieron tener una mayor dimensión.
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“Se armó un pleito con la barra, algunos tuvimos que actuar, presentimos que se nos iba a salir de las manos. También una vez con Puntarenas, en Liberia, se puso feíllo, llevan mucha gente”, dijo Rodríguez.
En cuanto a cosas que decomisan, Artavia expresó que extintores, bengalas y armas pequeñas.
“Hay una primera requisa y luego se da otra, cuando pasan la primera requisa, se agarran puñales pequeños. Los pegan con masking en las gorras, las mujeres se lo meten en el brassier, por eso, siempre tiene que haber personal femenino, para la respectiva revisión”.
También dijeron que al final de los partidos, generalmente deben interponerse entre directivos y árbitros y una vez, Enrique Artavia tuvo que actuar por una acción particular.
“Había una mujer de árbitro y un jugador la quería ofender y me tuve que meter en el medio. Pero los jugadores con nosotros son muy respetuosos, siempre saludan, tanto los locales como los visitantes”.
A través de las experiencias compartidas por Enrique Artavia y Diego Rodríguez, hemos obtenido una visión única de los desafíos que enfrentan en su labor diaria. A pesar de las dificultades, su dedicación y compromiso con mantener la seguridad de los espectadores, jugadores y personal en los partidos demuestran la importancia vital de su trabajo.