Cherry Pérez va rodando por la vida en todo momento con su moto, que se ha convertido en más que un pasatiempo, en una medicina, en su libertad y en su forma de abrazar la vida.
Con 51 años, esta apasionada de las dos ruedas será una de las mujeres que estarán en la Décimo Encuentro de Mujeres Motociclistas, que se llevará a cabo este domingo 9 de marzo, con salida en La Uruca y llegada al Capitán Moreno en la Perla del Pacífico, en un espacio donde ellas tomarán el control de la carretera.
La pachanga en Puntarenas apenas inicia con la llegada de ellas, pues allí habrá concierto rock, con la banda La Maleta, todo en el marco del Día de la Mujer, que se conmemora este sábado 8 de marzo.
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Las que quieran asistir solo tienen que querer rodar, contar con su propia moto, de cualquier marca, cilindraje o forma y pueden pertenecer al club que sea.
A Cherry le diagnosticaron hace cinco años esclerosis múltiple agresiva y, como si fuera poco, luego del Covid desarrolló una polineuropatía que le ha afectado los neurotransmisores.
La enfermedad la golpeó fuerte. Pasó de ser una mujer activa a no poder ni asearse sola. Pero eso solo fue por un corto tiempo porque no es de las mujeres que se queda quieta.
A pura fuerza de voluntad, se levantó y volvió a la moto. Al principio fue difícil, pero poco a poco recuperó su espacio en la carretera. Rodar dejó de ser solo un gusto y se convirtió en su medicina.
“Si yo no hubiera tenido la moto, no me hubiera levantado de la cama”, dice con seguridad.
Su historia con las motos viene de años. Siempre tuvo una, pero cuando se casó la dejó un tiempo. Hace diez años volvió al asfalto y ahí entendió que esto era más que un pasatiempo: era su esencia.
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Un año después tomó otra decisión clave: después de dejar de lado el vacilón, el licor, las fiestas, se tomó más en serio la rodada. Hoy no deja de sonreír, y tampoco deja de lado la alegría, pero con otra perspectiva.
Cherry es el alma de la fiesta en cualquier encuentro de motociclistas. Siempre tiene una sonrisa, una historia qué contar y un viaje en mente. Claro, hay días duros. Ha salido a rodar con fuertes migrañas y fue a Panamá hasta con pulmonía, pero nada la frena.
“Sentir el viento en la cara me da una sensación de paz, de libertad, de amor. La libertad de mirar a cualquier lado sin que haya nada que te haga sentir presa”, expresa.
La última rodada
Cherry no le huye a la realidad. Sabe que la enfermedad es seria, pero no le interesa detenerse a contar diagnósticos. “Son tantos que no sé a cuál hacerle caso”, dice.
Tampoco le preocupa el día en que le toque despedirse. Lo que tiene claro es cómo quiere que sea su último viaje.
“A la playa, a Montezuma, y llevar a papá y a mamá, a mis hijos. Tengo una hija que hace años no veo porque vive en Estados Unidos. Que fueran todos los bikers. Y si pudiera, le daría un abrazo y un beso a cada uno”, dice con nostalgia, pero sin tristeza.
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Y cuando llegue ese momento, tiene un último deseo: “Quiero que lleven el ataúd en moto, que pongan rock, que hagan un evento y que lleguen muchos bikers. Que tiren mis cenizas donde quieran.”
Pero por ahora, no hay tiempo para pensar en eso. Prefiere rodar, disfrutar la carretera, hacer felices a los demás y seguir dejando huella. Así quiere que la recuerden.
Esta apasionada de las dos ruedas enfrenta una enfermedad terminal, pero su espíritu sigue firme en la carretera. Para ella, rodar es más que un pasatiempo: es su medicina, su libertad y su manera de abrazar la vida.
A rodar. Incripción, 84052188, incluye, desayuno, almuerzo, shot, camiseta, peajes. Precio 15 mil colones, salida, Honda La Uruca.