Comenzó siendo un novato humilde, que vestía, hablaba y actuaba como un chico “normal” para transformarse con el paso de los años en un jugador único, dentro y fuera de la cancha.
Unas vacaciones en Las Vegas a mitad de una temporada de la NBA, un noviazgo con Madonna, los aros, los piercings... Dennis Rodman es una leyenda.
Rodman aparece mucho en el tercer episodio de “The Last Dance”, el documental de ESPN y Netflix sobre la carrera de Michael Jordan, especialmente de ese último año en los Chicago Bulls, el curso 1997-1998.
Dennis es único. Ha sido único.
Todo un artista |
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Tras Chicago jugó en los Lakers, aprovechando toda la vida que podría ofrecerle Los Angeles. Ha salido en 29 producciones de cine o televisión, algunas de dudosa calidad y reconocimiento; luchó contra Hulk Hogan en la WWF, se ha acostado, según él, con más de 2.000 mujeres... Y hasta ha tenido tiempo para hacerse ‘amigo’ del dictador norcoreano Kim Jong-Un, ofreciéndose incluso para hacer de mediador entre el líder del país asiático y el presidente de Estados Unidos Donald Trump. |
El tercer capítulo de “The Last Dance” ahonda un poco en la personalidad del expívot de los Detroit Pistons y los Chicago Bulls, equipos que, con él en plantilla, consiguieron el título de la NBA.
Equipos que se odiaban mutuamente, que compartieron algunas de las mejores eliminatorias de la historia de la liga y que todavía hoy muestran ese gran “afecto” entre ambos: “Les odiaba, y todavía hoy les odio”, explicaba Michael Jordan.
A esos Pistons, los ‘Bad Boys’, llegó un Dennis Rodman con 25 años (algo impensable hoy) a mitad de la década de los 80. Un novato normal, con pantalones vaqueros y zapatillas de deporte, sin tatuajes, sin piercings, sin un peinado extravagante.
De niño sufrió bullying, no contó con su padre y a los 18 años su madre le echó de casa porque no hacía nada con su vida ni conseguía dinero. Vivió “como pudo”, reconoce en el documental.
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“Mi madre conducía autobuses escolares y se cansó de mí. Pasé dos años en la calle dando tumbos, durmiendo donde podía, en el jardín de mis amigos... Donde fuera. Podía haber sido traficante, pero no, solo veía a los que lo eran. Podía haber terminado en la cárcel o muerto... Pero iba al gimnasio y me empezó a gustar el baloncesto”, resume.
Rodman era un complemento perfecto para los Bad Boys.
Un jugador con un talento sobrenatural para la defensa y para el rebote, que imprimía energía y fuerza a un equipo ya de por sí invencible físicamente. Así vencieron a Jordan durante los anillos que consiguieron los Pistons.
“Eran las Jordan Rules, si Michael cogía la línea de fondo, le tirábamos al suelo. Le íbamos a pegar.
“Ese equipo era como uno de hockey, la gente nos quería ver pelear”, señala.
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En el documental, hay un momento en el que Rodman explica cómo mejoró su reacción ante los rebotes, cómo sabía hacia dónde podían caer los balones fallados por Jordan o por Bird, y cómo entrenaba hasta altas horas de la madrugada en el gimnasio para aumentar su capacidad de reacción ante los fallos de sus compañeros y rivales.
Después de varios años exitosos, Chuck Daly, su protector y ‘padre’ en Detroit, dejó los Pistons y Rodman comenzó su vida fuera de las pistas.
En febrero de 1993 y después de estar en paradero desconocido, le encontraron dormido en un coche acompañado de un rifle. Pasaba por una grave crisis emocional y estuvo a punto de suicidarse, según cuenta en su libro ‘Bad as I Wanna Be’.
Los Pistons decidieron traspasarle a los San Antonio Spurs y ahí nació un ‘nuevo Dennis’.
Empezó a salir con Madonna, quien le llegó a ofrecer 20 millones de dólares por dejarla embarazada, protagonizó ‘Double Team’, se tiñó el pelo, se puso aretes y piercings... Comenzó “a ser libre”, como él mismo reconocía en los programas televisivos de esa época.
“No conocen a Dennis. Escriben cosas estúpidas para hacerme parecer un idiota”, decía.
En San Antonio la cosa no fue del todo bien y la dirección de los Bulls de Jordan, al que había ganado con los Pistons, decidió que era la pieza que faltaba para tener un equipo perfecto y creían que Phil Jackson sería como Daly para Rodman, alguien capaz de 'domarle'.
Pensaban que la afición no le iba a recibir muy bien, pero en la plantilla “encajó como un guante”, admite Pippen.
“Es uno de los jugadores más inteligentes con los que he jugado”, dice Jordan.
Ganó dos anillos antes del ‘Último baile’, temporada en la que pidió unas vacaciones a mitad de temporada, exactamente cuando Pippen volvió de su inactividad.
“Me dijo que necesitaba unas vacaciones. Miré a Phil y le dije: ‘¿pero qué está diciendo? Si alguien necesita unas putas vacaciones soy yo’”, cuenta Jordan.
Jackson, en una decisión que hoy sonaría a broma, le permitió 48 horas ‘libres’ para ir a Las Vegas. Pero Rodman se fue por más tiempo, tanto que hasta el mismísimo Jordan tuvo que presentarse en su habitación de hotel para que volviera a Chicago... obligando a esconderse detrás de la cama a la actriz Carmen Electra, por aquel entonces novia del deportista.
“Llamaron a la puerta y era Michael Jordan... Y me escondí detrás del edredón. Era peligroso ‘profesionalmente’ ser la pareja de Dennis en ese momento”, bromea Electra en el documental.
Fueron más de 48 horas de juerga en la Ciudad del Pecado.
“Necesitaba airearse y funcionó”, confirma ahora Steve Kerr, excompañero en los Bulls.