Anoche tuve la peor de mis pesadillas y no eran Chucky, ni el Cadejos y menos la chiquita fea del "Exorcista" los que me jalaban las patas cuando estaba acostado en mi cama.
Soñé que era futbolista en Guanacaste y en serio, queese sueño no se lo deseo ni al mae que me quitó la novia en séptimo del cole. ¡Fue horrible!
En el sueño me pagaron 60 mil colones del total de mi salario, por lo que no me alcanzó para comprar arroz y frijoles, pagar la merienda de la chiquita en el kínder y menos para comprarle a la doña un calzón (amor con hambre no dura).
Miraba alrededor de la cancha y observé muchas vallas publicitarias y con distintas marcas por lo que me preguntaba, ¿dónde quedó ese dinero? Recuerdo que mis compas vivían en la casa club del equipo y subsistían de la caridad, cuando alguien los invitaba a comer o si les regalan un paquete de macarrones.
Después de entrenar tenía que salir soplado a sembrar sandías, bajo el intenso sol guanacasteco y con jornadas muy pesadas para luego ir a dar el 100% en un partido. ¡Así es imposible!
Luego trajeron a unos maes raros de un país balcánico que no tengo la menor idea para qué entraban de titulares, porque siempre perdíamos con ellos, tanto así que mi técnico renunció por tanta cosa rara.
Todo era de terror, sobre todo cuando uno sabe del potencial empresarial de Guanacaste que con buena cabeza y seriamente administrado sería más competitivo. Ojalá que esta pesadilla no las tengan mis compas en Liberia.