Por un buen rato, Costa Rica le pegó un susto al campeón del mundo, Argentina, al ponerse en ventaja en el partido de ayer en el Coliseo de los Ángeles, aunque al final terminamos perdiendo 3 a 1.
Fue como revivir aquella mejenga contra España, en el 2011, pues le hicimos frente al mejor equipo del planeta por gran parte del encuentro, pero ellos terminaron demostrando por qué alzaron la copa.
El partido fue refrescante, entretenido, no porque le hayamos metido un gol a los che, ni porque íbamos ganando al término del primer tiempo, sino porque fue otro juego con sangre joven, de muchachos con nuevos bríos, de la nueva generación, de la tropa de Gustavo Alfaro.
No tenemos la calidad de Argentina, está claro, pero dispusimos de una cuota de coraje que hace mucho no se tenía y este grupo de jóvenes tiene mucho para crecer más.
Costa Rica se puso al frente en el marcador con un contragolpe de manual, de esas jugadas que salen perfectas y que tuvo dos grandes protagonistas.
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Era cuando Argentina encimaba con insistencia y uno de tantos centros al área fue despejado por la defensa tica y la bola le llegó a Manfred Ugalde.
El delantero tomó mal parada a la defensa, pero en el propio campo tico. Ganó el rebote y con un movimiento se quitó una marca y salió encarrerado al marco rival, con Álvaro Zamora corriendo a su izquierda.
La defensa campeona del mundo atiempó al tico y le salieron para cortar el avance, pero Manfred ubicó a Álvaro Zamora, quien recibió el balón y sacó un remate rastrero, al palo contrario de Wálter Benítez.
El portero no pudo contener el remate, dio rebote y Manfred iba cerrando para nada más empujar la bola ante la marca de Nicolás Otamendi.
Fue un gol que cambió la tónica del primer tiempo, que había sido de dominio absoluto de Argentina, pues los carajillos ticos se la creyeron y empezaron a tocar más la bola y por lo menos, en lo que quedó del complemento, el dominio se equilibró. Argentina se mordió. A los nueve partidos que tenían sin recibir un solo gol en partidos amistosos, con 32 goles a favor, se le sumó que estaban perdiendo ante Costa Rica, una selección pequeñita en el planeta fútbol, venida a menos y que últimamente no brilla ni en Concacaf.
Mordidos, heridos en su orgullo, tomaron el partido otra vez por los cachos y dominaron las acciones de nuevo. Pero ya con otra disposición, ya Manfred les había dejado una muestra de lo que es capaz, Jossimar Alcócer y Álvaro Zamora habían hecho algunas jugadas que les hizo ver que no se podían descuidar otra vez.
Y así el juego, Navas le detuvo un remate de volea, al 50′, a Julián Álvarez, con un pie, apenas la desvió. Pero ya no pudo con un magistral tiro libre de Di María al 52′. Si Keylor no le llegó, póngale la firma que fue un golazo.
Y la intensidad de la Albiceleste fue mucha para una Sele que ilusiona pero que está en pañales. Tres cabezazos en el área culminaron con el segundo gol de los che. Primero Otamendi la ganó arriba, Tagliafico se zambulló debajo del marco y la pegó en el horizontal y el rebote cayó en Mac Allister para poner el 2 a 1.
El juego volvió a ser como al inicio, Argentina desplegando su poderío, jugando por los costados, pero sobre todo generando espacios por el centro, con el típico toque. Metió intensidad y se puso más serio de la cuenta, a nivel competitivo.
Lautaro Martínez puso el tercero al 76′, luego de una jugada de Rodrigo De Paul, que puso la brecha en el marcador muy distante, como no queríamos que pasara, pero que reflejó lo que fue el partido. Hasta faltó un gol más de los argentinos por esa gran riqueza futbolística.
Luego estuvieron a punto de llegar al cuarto, pero ya la historia estaba marcada.
Costa Rica no pudo contra eso, por calidad colectiva, porque el proceso apenas inicia e ilusiona, pero falta trabajo. No hay duda eso sí, se va por buen camino, sin Celso Borges, sin Christian Bolaños, sin Bryan Ruiz, Óscar Duarte, Kendall Waston. Hay para crecer y el cambio generacional llegó tarde, pero hay material, sabiendo bien, donde estamos parados.