Después de disputadas las ediciones 2019 de la Copa América en Sudamérica y Copa Oro (Norteamérica, Centroamérica y el Caribe) quedó clarísimo que el fútbol de este lado sigue muy distante al de Europa.
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Ricardo Gareca bien dijo, antes de iniciar el torneo sudamericano, que una brecha que se ha abierto entre Europa y Sudamérica, también se puede incluir a Concacaf.
El técnico argentino de Perú no comprende la poca autoestima de los sudamericanos hacia su fútbol, al tiempo que se encandilan con todo lo que pasa en Europa.
Al dar la convocatoria peruana para la Copa América, Gareca contó una anécdota. Un día estaba jugando con su nieto y este solo supo nombrar a futbolistas europeos. “¿Qué está pasando en el fútbol sudamericano que nos desmerecemos tanto?”, se preguntó.
La Copa América que acaba de terminar fue un buen parámetro para medir el presente sudamericano, cuyas selecciones no ganan un Mundial desde que Brasil conquistó Corea y Japón 2002, y el último título de Mundial de Clubes se remonta al que ganó Corinthians en 2012.
En diversos sentidos, lo visto durante las tres últimas semanas en la Copa América de Brasil no es para sacar pecho, más bien todo lo contrario, y la historia se repitió en Estados Unidos con la Copa Oro.
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Escaseó el fútbol de calidad. Estadios semivacíos durante la mayor parte del torneo, incluso en partidos de la selección anfitriona. En suelo gringo solo México fue capaz de llenar estadios.
Por le menos en el sur del continente debutó el videoarbitraje, aunque suscitó cuestionamientos sobre los criterios de su uso, simbolizados por la imagen del delantero brasileño Gabriel Jesús tras tirar un puñetazo a la cabina del VAR luego de ser expulsado en la final.
Salvo los dos estadios de Sao Paulo, las malas condiciones de las canchas generaron una catarata de críticas por parte de jugadores y técnicos.
El astro argentino Lionel Messi dijo que la pelota picaba “como un conejo” en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, donde Brasil venció el domingo 3-1 a Perú en la final para coronarse campeón de la Copa América por novena vez.
Un día antes, Messi le tiró durísimo el torneo continental cuando usó una palabra que la Conmebol quiere alejar tras una serie de escándalos: corrupción.
Tener al jugador más famoso y destacado en Sudamérica poniendo en tela de juicio la imparcialidad de los dirigentes no es lo ideal para ellos medio año después del fiasco de la final de la Copa Libertadores, el superclásico argentino entre River Plate y Boca Juniors que debió trasladarse a Madrid a raíz de incidentes de violencia en las afueras de la cancha de River.
La realidad es otra
Durante la Copa América, el técnico de Uruguay, Óscar Tabárez, mencionó que los equipos del tercer mundo ya no pueden hacer lo mismo que antes frente a una Europa en “estado de autosuficiencia” por el flujo de los ingresos de televisión.
Tabárez lamentó la llegada de la nueva Liga de las Naciones de Europa que reducirá partidos amistosos contra equipos del Viejo Continente.
“Se está cambiando todo y cada vez son más difíciles las preparaciones de los equipos, cada vez menos el tiempo que tenemos los entrenadores de los países que tienen muchos jugadores afuera”, dijo.
Respondiendo a las quejas de Messi sobre un torneo viciado, Gareca volvió a pedir que el sudamericano no denigre tanto su propio fútbol.
“Messi es una voz autorizada, lo que no significa que yo lo comparta. Lo respeto como jugador y como ser humano”, dijo Gareca.
“Hay superinformación de Europa. Pareciera que en todo queremos imitar a Europa. Hay cosas buenas en Europa que sería bueno recogerlas nosotros... y también defender al fútbol sudamericano. Tenemos que tratar de dejar ver todo lo de allá afuera como lo mejor. No todo eso es lo mejor. Hay que ver que nos conviene a nosotros para mejorar” , añadió.