El chuzo de esta semana tiene muchos elementos que lo hacen especial, como el hecho de haber pertenecido al expresidente Ricardo Jiménez Oreamuno, razón por la cual fue bautizado como el Presidente.
Esta nave acá donde la ven, es modelo 1931, así que es toda una proeza que casi un siglo después se mantenga enterita funcionando. Además, el Presidente luce como un ajito tanto por dentro como por fuera, en parte por los grandes cuidados que le da su dueño, don Juan Carlos Rojas, vecino de San Sebastián.
Este comerciante montó junto a su esposa, Berlín Castro, un garaje muy especial con autos clásicos únicos que alquilan para momentos especiales como lo son bodas u otros eventos, gracias a las redes sociales en la página Alquiler de Autos Costa Rica, donde muestran sus joyitas, que son 13 en total.
El Presidente fue de los primeros autos que obtuvieron y también de los que más alquilan, pues en la parte de atrás tiene pintada la frase “recién casados”, por lo que se volvió muy solicitado.
“Esta es una colección que inició mi papá en 1975, a él le gustaba mucho la serie de televisión Los Intocables, siempre veíamos con él esa serie los sábados y nos decía que siempre había deseado un carro de esos, pues en el año 45 o por ahí, tuvo un carro de estos y lo tuvo que vender.
“Por fuera era como un carro de los 30 y la mentalidad era conseguir algo igual, en el 75 consiguió un Ford de 1934, uno amarillo con llantas deportivas, allí empezó con la ilusión de los auto antiguos. A mí me quedó la colección cuando mi papá falleció. El presidente lo adquirimos en el 98 o 99″, explicó.
Su dueño anterior era un señor de apellido Callejas que don Juan Carlos no recuerda el nombre y se sorprendieron cuando les dijo que había sido de Ricardo Jiménez y hasta les mostró fotos de cuando el chuzo fue propiedad del tres veces mandatario de Costa Rica (1910-1914, 1924-1928 y 1932-1936).
“Él compró el carro en el año 50, ya cuando no los vendió estaba bien mayor. Nos mostró las fotos de don Ricardo. El carro venía en muy buenas condiciones, estaba muy bien cuidado, de hecho en la década de los 80 este auto estuvo en las afueras del almacén Keith y Ramírez que estaba en la avenida Central y también salía en un anuncio de televisión de ese almacén, es un carro que no se pierde.
“Mecánicamente está en perfectas condiciones, le damos un mantenimiento muy estricto, tanto en esa parte como en lo externo. A las parejas les encanta usarlo en bodas. La gente cuando lo viene a ver les gusta, les da una sensación diferente, pero cuando ya se montan en él, salen a la calle y los vuelven a ver, les toman fotos, todos los vuelven a ver, la pareja se siente muy diferente”, detalló.
La experiencia de treparse a la nave es muy singular, porque quien lo maneja es un chofer que se viste como los cocheros de antes y que conoce muy bien el vehículo.
Subirse a una nave así con frenos de varilla, motor original, doble embrague, es montarse como en una máquina del tiempo, que transporta a sus pasajeros a una época donde todo era muy, muy diferente.