El técnico del Saprissa, Vladimir Quesada, puede rajar porque tiene a su lado a un mujerón, quien se adueñó de su corazón desde hace más de 30 años.
Se trata de Gabriela Ramírez, la esposa del entrenador, una hermosa señora que irradia elegancia y que cada día está más enamorada del timonel morado.
Ramírez confesó que le gusta mantener un perfil bajo, pero muy amablemente atendió a La Teja el lunes pasado, durante el día de atención a medios que organizó la Unafut de cara a las semifinales del torneo de Clausura. Su plan inicial era hacer compras, en el centro comercial Terrazas, en Lindora, pero su esposo le pidió que lo acompañara y ella accedió.
“No soy muy futbolera, pero hoy (lunes) estoy apoyando a Vladimir en su trabajo, tenemos muchos años de estar juntos, más de 30 años realmente y siempre he respetado a Vladimir en el plano futbolístico, no me he metido en nada.
“Estoy muy agradecida con Dios por la carrera deportiva que mi esposo ha desempeñado hasta el día de hoy, primero como jugador y luego como técnico y especialmente por la calidad de persona que es”, comentó.
En conversión. En este momento, Vladimir se encuentra en un proceso de conversión al judaísmo. Junto a su esposa hacen los tres rezos diarios que practican los judíos: Shajarit (oración de la mañana), Minjá (oración de la tarde), Arvit (el rezo de la noche).
Ena-morados
Gabriela conoció al técnico cuando ella tenía 14 años y él 22. Ambos formaron una familia que se compone de tres hijos, María Alejandra, Alejandro y Maripaz y ahora disfrutan a sus tres nietos: Harold, Noah y Ariel.
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Actualmente, ella tiene 48 años y él 56 y prácticamente la relación ha crecido rodeada de balones, mejengas los fines de semana y ahora, la familia disfruta una nueva etapa en la vida profesional de Quesada, quien regresó al primer equipo del Monstruo.
“Al inicio a mí me costó mucho, me costó asimilar esto de técnico, porque cuando era jugador terminaban los partidos y había más tiempo para la familia, pero ahora como técnico terminan los partidos y él se dedica a estudiar, le dedica mucho tiempo, está en la computadora, ve diferentes partidos”, afirmó.
“Antes no veía tanto fútbol por el estrés que me genera, me podía hacer un lado, pero esta vez es diferente, he visto todos los partidos desde que fue llamado a la primera división, los vivo con mucha intensidad.
“Los nietos viven esto de una forma maravillosa y Noah, uno de ellos se emociona más que todos y dice ‘gol de Tito papá' (como llaman a Vladimir)”.
— Gabriela Ramírez, esposa Vladimir Quesada.
Gabriela trabaja en el sector inmobiliario y está contenta por su esposo, porque si algo hace feliz a Vladimir es dedicar su vida a los colores morado y blanco.
“Él es muy saprissista y siempre dice: ‘donde me necesiten, yo voy’. Él estaba con los chicos de la sub-13 y recuerdo que una mañana estaba conmigo, porque en la tarde entrenaba con los chiquitos, y recibió la llamada de don Ángel Catalina y le dije ‘Sí'. Él se asombró porque para mí, entre menos presión tengamos, es mejor.
“Ser esposa de un técnico es siete veces más difícil, porque se vive de los resultados y un día eres el mejor, pero al otro eres el peor, pero yo sentí mucha confirmación en mi corazón; le dije: ‘vamos con todo’, Dios está con usted y si Dios está con usted quién contra usted”, comentó.
- ¿Cuál es la clave para un matrimonio tan duradero?
“Creo que la palabra clave es madurez, conforme uno va creciendo, va madurando, el eje de nuestra vida de casados ha sido la espiritualidad, es Dios, quien está con nosotros siempre, no es un Dios bombero, es un Dios que siempre está con nosotros.
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“El matrimonio es muy difícil, es para gente valiente, yo digo que hay primaveras, otoños, lluvias y hasta tormentas, pero cuando el amor es verdadero prevalece siempre”, dijo.
La familia en pleno tiene la esperanza que de la mano de Vladimir, el Sapri llegue al bicampeonato.
“La afición es una de las más grandes, pero la más exigente y se sobreentiende, porque es un tiempo para que sean felices, para que exploten de alegría.
“Nosotros vivimos esto de una forma muy positiva, tratamos de darle a Vladimir toda la tranquilidad posible, que esté bien alimentado, que tenga sus tiempos de sueño, mi hijo me decía: ‘mami vamos a ganar todo’ y Maripaz, que es la más futbolera me pregunta: ‘¿mami, verdad que todo va a estar bien?’ y yo les digo que sí. Lo vivimos de una forma muy serena, confiando en que Dios tiene la última palabra”, afirmó.