Cuando inicio en China lo veíamos tan lejano, tan difícil que llegara a nuestro país, que nos descuidamos. Casi sin darnos cuenta nos llega la noticia, de que en Costa Rica ya hay un caso y luego cuatro, diez, catorce, sesenta y nueve y ochenta y siete. ¡Ah! Y ya tenemos un muerto.
Es que uno recuerda aquello de ver para creer y como no se ve entonces mucha gente no creyó.
Ante esta situación se dan dos extremos; los que se vuelven locos y corren a las farmacias, supermercados a abastecerse. Son los mismo que escuchan y ven noticias día y noche, que difunden los mensajes falsos, que entran en pánico y ven el fin del mundo. Por otro lado, están los “porta a mí”.
Los que no creen o simplemente les vale. Entonces se van a los bares y las playas diciendo que es una exageración de las autoridades de salud y creen que la idea es asustarnos.
En el futbol nos costó mucho que detuvieran el campeonato. Reuniones y mas reuniones y no había forma. Por dicha, hubo una gran presión por parte de jugadores, entrenadores, árbitros con poquísimas excepciones. Es que la vida esta antes de cualquier otro interés. Era como si los que trabajásemos en el futbol, fuésemos inmunes, que intereses priman.
Gracias a Dios, al fin se dio el parón, como casi en todo el mundo.
Algunos injusta e irresponsablemente quisieron echarle la responsabilidad al señor ministro de salud, como si no tuviese demasiadas cosas en que trabajar.
Queriéndose lavar las manos para no asumir responsabilidades. Ahora estamos en casa, siguiendo las indicaciones y los jugadores entrenan individualmente bajo un plan del cuerpo técnico, algo así como teletrabajo futbolístico.
Ahora toca estar en casa. Y hay mucha gente que no sabe cómo. Se desesperan, se estresan y se vuelven locos. Cuando puede ser un momento propicio para la paz, para la lectura, la creatividad y en especial para la solidaridad.
Mis respetos, admiración y agradecimiento para los apóstoles de la salud que se juegan sus vidas para salvar al resto de la humanidad.