Don Eddy Aguilar es dueño de un automóvil clásico Buick Apollo, del año 1974, que llama la atención por donde quiera que pase.
Su carro es un verdadero clásico y como él es un fiebrazo de nuestra sección "Chuzo de la semana", nos escribió para participar y aquí les tenemos la historia.
–¿Hace cuánto tiempo lo tiene?
–Llevo 23 años de poseerlo.
– ¿A quién se lo compró?
–A un compañero de trabajo.
–¿Por qué quiso adquirirlo?
–Porque desde niño me habían gustado los autos clásicos, me lo vendían a un buen precio y necesitaba trasladar a mi familia.
–¿Cuánto dinero le ha invertido en arreglos?
–Aproximadamente dos millones quinientos mil colones.
– ¿Cuánto le costó?
–Lo compré en ciento veinte mil colones.
–¿Quién le ha hecho los arreglos?
–Yo mismo me encargué de realizarle en mi casa toda la rectificación mecánica, incluyendo motor, transmisión, frenos, dirección hidráulica, diferencial, sistema de combustible y demás accesorios, así como la restauración de la carrocería y el interior, debido a que aproveché los conocimientos en esa área, porque me desempeñaba como técnico automotriz en una institución del Estado.
Anteriormente, había laborado como mecánico de aviación y actualmente me dedico a la profesión de informática.
–¿Qué uso le da?
–Más que todo para paseos recreativos.
–¿Adónde ha ido a pasear con él?
–He llegado a varios lugares del país, incluyendo algunos viajes a Puntarenas.
–¿Ese color es el original?
–No, el anterior color era el blanco.
–¿Qué cuidados le tiene?
–Lo más importante en un vehículo que ya tiene 43 años de construido es el mantenimiento preventivo. Como buen mecánico soy meticuloso en cada detalle, para que el carro se desempeñe perfectamente bien con todos sus componentes, así como en la carretera, con buenos hábitos de manejo.
–¿Por qué quiere que los lectores de La Teja conozcan su chuzo?
–Cuando lo compré, el vehículo se encontraba en una condición de avanzado estado de deterioro y no hubiera pasado la prueba de revisión técnica, por lo que habría salido de circulación hace muchos años.
Por eso me propuse restaurarlo, para que continuara rodando por las carreteras del país, aunado a que requería actualizarlo con los trámites registrales.
Fueron muchos meses de trabajo, de raspar a mano toda la pintura vieja en el metal, que es puro de fundición; de llevar algunos de los componentes a talleres de rectificación, de reemplazar múltiples accesorios eléctricos. Tuve que ir a buscar repuestos a varios depósitos a mucha distancia de la casa y conseguir tapices, pinturas y lijas para la carrocería. Todo con tal de verlo lucir nuevamente y destacarle la clásica línea de auto de los setentas.
Es por esta razón que quiero compartirles a los lectores parte de la historia de este carro.
–¿Cuánto paga de marchamo?
Cancelo ¢67.000 al año.
–¿Cuáles son las características del carro?
–Es un automóvil marca Buick, estilo Apollo, fabricado en el año 1974. Tiene un motor Chevrolet de 6 cilindros en línea carburado, utiliza gasolina regular y transmisión de tres velocidades con palanca al piso.
Es de tracción trasera y utiliza frenos de tambor en las cuatro ruedas. El freno de mano es de pedal, con una palanca de desactivación manual. La carrocería es totalmente metálica y mide 4,94 metros entre los dos parachoques que son de puro acero. Tiene cuatro puertas, asiento delantero único, cuenta con calefacción y radio AM/FM.
–¿Le tiene apodo al carro?
–No, aunque en varias ocasiones ha sido nombrado por algunos conocidos como el “Lanchón”.
–¿Cuál sería una razón para venderlo?
–Lo negociaría, más que todo, por adquirir un vehículo de doble tracción, aunque por ser un automóvil clásico estamos hablando de un monto bastante alto que muchos no podrían pagar
–¿Le ha pasado algo gracioso o una anécdota bonita con él?
–En dos ocasiones, por pertenecer a un coro parroquial en Paraíso, debíamos trasladarnos a las presentaciones fuera de la ciudad, le quité el asiento trasero y el respaldar y lo convertí en carguero para llevar todo el equipo de amplificación y no quedó ningún espacio, ni para ver por el espejo retrovisor, porque eran muchos accesorios.
Otra situación que me sucedió fue que un día, estando detenido en una esquina de San José, mientras esperaba la luz verde del semáforo, me colisionó por detrás otro vehículo con tanta fuerza que el carro se corrió más de un metro estando frenado, pero lo increíble fue que ninguno de los dos presentó ni un solo rasguño, porque ambos eran igual de fuertes.
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