Existe un dialecto africano en el que la palabra Chombolo significa herramienta, definición que se adapta perfectamente para un chuzo que ha pasado breteando desde que empezó a rodar por este mundo, allá por 1975 y que para su dueño se ha vuelto irreemplazable.
A don Jonathan Zúñiga le llegó a sus manos hace cuatro años un Toyota Land Cruiser SJ 40 que a punta de potencia y rendimiento se convirtió en su gran chineado. Él se lo compró a un señor que también le sacó el jugo a punta de brete.
Cuando a este vecino de Santo Domingo de Heredia le presentaron la nave, ya la habían bautizado como Chombolo, nombre que le pareció curioso y decidió mantener, aunque se puso a investigar de qué se trataba y se encontró con esa definición africana.
La sorpresa que se llevó este amante de los Land Cruiser y del barro, es que la investigación del nombre del chuzo se debió a una mala pronunciación de su exdueño, cuando tiempo después le preguntó por qué le puso Chombolo.
“Cuando le pregunté me dice: ‘Diay porque como el carro es todo chombolón, todo grandote, le puse Chombolo’. Le dije que no se dice chombolón, sino chompolón, como uno le dice a un gallo grande por ejemplo, pero él hombre se enredó y así se quedó desde entonces”, explicó Zúñiga.
Como la definición que buscó este toyotero le gustó decidió mantener su nombre y hacerse como uña y mugre con la nave, más cuando se va de paseo o de ride para andar por el barro con sus amigos del club Toyota Land Cruiser Revolution 40, del cual es fundador.
“Chombolo ya es parte de la familia, a mí hija y a mi esposa les encanta y el vacilón con mi hija, Noelia, es que a cualquier carro de este tipo que vea en la calle les dice Chombolo, así los bautizó ya”, destacó.
Jonathan tiene 45 años, es ingeniero electromecánico y trabaja en unas plantas hidroeléctricas en Cinchona, en Alajuela, por lo que se queda ahí entre semana y el viernes se devuelve a su casa ansioso de volver a manejar a su inseparable amigo.
“Como es poco tiempo el que pasaba acá, el carro vino a representar algo muy bonito para la familia, como convertirse en nuestro punto de unió y, hemos empezado a coleccionar recuerdos para cuando ya no esté. Hemos ido a paseos, a competencias y gracias a él fundamos el club en el que tenemos más de 100 toyotas”, destacó.
Esta de más decir que para este fiebrazo del barro es impensable vender la nave, porque más bien el plan es heredarlo a su hija, quien actualmente tiene 15 años.
Para su fortuna, hace un tiempo le compró a un hermano otro Land Cruiser que era propiedad de su papá, quien falleció hace dos años, por lo que podrá desprenderse de Chimbolo para dejárselo a Noelia y quedarse él con el otro.
“Cuando llego a la casa estoy deseando agarrar el carro para ir a darme una vuelta, aunque sea para ir a comprar pan. Son carros muy duros, pero para mí son muy divertidos y, además, aprendí a manejar en uno de estos, son lazos muy fuertes que le quedan a uno para siempre", explicó.
Antes de heredar a Chimbolo, Jonathan le seguirá sacando el jugo a más no poder, ya que el chuzo enciende en él una pasión que trae en la sangre.
¿Un motor nuevo o reparado necesita ‘asentarse’ antes de usarlo? |
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En el caso del motor nuevo este ya viene probado de fábrica, en donde los ingenieros lo encienden y lo hacen funcionar a altas revoluciones, antes de instalarlos en el vehículo. Mientras que con los motores reparados es suficiente con usarlo de manera normal, pero sin exigir demasiado el auto, ya que los anillos sí necesitan ‘asentarse’. |