Alajuelense es el rey del área, el justo y dominante ganador de la primera Copa Centroamericana tras empatar anoche 1-1 en su casa ante el Real Estelí de Nicaragua (4-1 en el global). De Belice a Panamá fue el mejor, ganó en todo lado, se fue invicto, nada más que decir.
La Liga tiene el derecho y el merecimiento de celebrar una copa más en su historia, lo que tanto le exige su afición, lo que urge a su proyecto en cualquier forma que venga, porque hoy no hay club en Tiquicia al que le exijan más en ese aspecto.
Lo ideal sería que este partido entrara en una burbuja, fuera del tenso y duro momento tras lo que fue la horrible semifinal ante el Herediano, en la que cayó 3-0. La misión era esa, salirse de esa realidad para irse a otra que sí le sonríe.
Al final, hasta este martes, la fotografía de la temporada dice que los erizos llevan dos de tres en títulos obtenidos este semestre, por más que el torneo nacional esté en la cola de un venado, aún la suerte no está echada.
La justicia debería dictar que lo sucedido en el campeonato nacional, que los diez años en los que solo ha ganado un título, no eclipsen lo de este martes, que aunque algunos le quieran bajar el piso, es histórico por diversos lados.
Ocho copas internaciones tiene el León con la conseguida ante los pinoleros, la Copa Centroamericana es rojinegra y siempre dirá que es el campeón inaugural de la competición, su nombre estará ligado a su historia, el tiempo que sea que esta dure.
Los manudos pueden darse el lujo de decir que todos los torneos de la región a los que que han entrado, los han levantado. Dígale Liga de Campeones de Concacaf, Liga Concacaf, Uncaf, Grandes de Centroamericana, que le pongan el nombre que sea, todos están en las vitrinas en Alajuela.
Ahora dicho eso, si este fuera el cierre de la temporada, no importaría ni pasaría nada con que el equipo se haya visto mal a ratos, que por buenos tramos Estelí fue más y los puso a sufrir en varias opciones, pues las finales se ganan y punto, pues ya después no hay nada.
Pero no es el caso de la Liga, el sábado están las semifinales ante los florenses y el partido ante los pinoleros podía servir para devolverle la confianza a la afición, para que creyera y se ilusionara en la remontada con base en lo que se iba a ver anoche.
La cosa empezó muy bien, con el gol de Joel Campbell a los cuatro minutos, que puso el marcador global 4-0 y todo hacía pensar que podía venir otra victoria sólida.
Un centro de Michael Barrantes al segundo palo sirvió para que el atacante rojinegro entrara solo a tocar y marcar el primer tanto de la mejenga.
A Campbell se le notó la emotividad a la hora de celebrar, pues gritó la anotación con todo, más allá de lo que parecía una serie liquidada, se notó que significaba algo más.
A pesar de lo que se veía en el campo, los pinoleros mostraron un valor y una actitud que a la Liga le vendría muy bien para la serie con el Team.
Es un equipo que jamás se rindió, que nunca bajó los brazos y que la pulseó aún cuando nadie creía en ellos, le daba y le daba buscando los goles, fallaba una opción más clara que la otra, lo que a otros les hubiera matado el ánimo.
De no ser por Leonel Moreira, ojo que este título hubiera tomado otros colores, es una figura que termina siendo determinante a pesar de la distancia que habla el global.
Ya en el segundo tiempo, los nicaragüenses, al menos, pudieron quitarse el sinsabor de que nada les entraba, cuando cayó el tanto de Byron Bonilla, al 46, apenas al primer minuto del segundo tiempo.
Fue un tanto que generó esa sensación de molestia en la grada eriza, al ver cómo su equipo bajó un poco y no liquidó la serie cuando pudo para no estar, al menos, un poco nerviosos de lo que podía pasar.
Un partido flojo, que insistimos, si fuera el final de la temporada no pasa nada, el título lo tapa todo y punto, pero en el caso de la Liga no hay chance ni de celebrar, este miércoles ya tiene que pensar en su otra realidad, una parecida a la vivida por el Estelí, una en la que pocos le tienen fe.