La vida del exjugador Alfredo Contreras dio un giro radical y en los últimos años dejó de lado su trabajo como entrenador para ganarse el arrocito y los frijoles lejos de las canchas.
Desde el año pasado, El Diablo trabaja como recolector de basura para la Municipalidad de Puntarenas, un trabajo que realiza con mucho empeño y orgullo, porque afirmó, es una forma digna de llevar el sustento a su familia.
Contreras, quien se coronó campeón con el Municipal Puntarenas en 1986 decidió que era el momento de buscar otro empleo que no fuera con el fútbol, pues afirmó que en este deporte reina la inestabilidad.
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“Antes de llegar a la muni estuve en Marineros, en la segunda división, fui el último técnico que tuvo el equipo antes de irse para Limón. Llegué a mediados del 2021 y quedé fuera del equipo a inicios del 2022.
“Luego de eso conseguí un trabajo como jornalero con el Comité Cantonal de Deportes de Puntarenas y ahí estuve por dos años, estuve unos meses sin trabajo y ya luego apliqué para el puesto de recolector y gracias a Dios ya tengo casi un año”, comentó.
El Diablo contó cómo vive su nueva faceta y sacó pecho con su bretecito, una tarea noble, importante y que muchas veces no es valorada cómo se debe.
Orgullo porteño. Contreras jugó 441 partidos en primera división y anotó 14 goles. Como jugador se proclamó campeón nacional con Puntarenas en 1986 y de Copa con Belén en 1996 y fue asistente técnico cuando el Puerto ganó la Copa Interclubes de Uncaf, en el 2006.
Accidentado comienzo
Alfredo contó cómo es el día a día en su trabajo y qué es lo que más le gusta de él.
“La verdad es que ha sido una experiencia muy bonita, me ofrecieron la oportunidad y al inicio tenía algunos temores, pero acepté porque la situación económica en la zona es difícil y hay que pensar en sacar adelante a la familia.
“Es un trabajo que quizás muchos desean y es un trabajo decente. Trabajo con cinco compañeros más, de lunes a sábado y tengo que andar por varias zonas, Riolajandia 1 y 2, el Invu Río Barranca, el ICE, Recope y Los Almendros”, afirmó.
El exjugador porteño, quien vive en Carrizal, dijo que en su familia al inicio se asombraron, pero al final aceptaron con orgullo la decisión.
“La verdad es que este es un trabajo peligroso, que no conocía, pero poco a poco he aprendido y es de mucho cuidado. A veces hay gente que no echan las jeringas en botellas, uno se encuentra vidrios en bolsas, de todo.
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“No se me olvida, cuando tenía seis días trabajando como recolector, que tuve un accidente en Bellavista, me ensarté un clavo de 4 pulgadas en la planta del pie izquierdo y estuve 12 días incapacitado. Me preocupé mucho, porque estaba comenzando y estar esos días fuera, pero en el trabajo me ayudaron mucho”, recordó.
Al exdefensor lo que más le gusta de su trabajo es que la gente lo reconoce y le agradece por su labor.
“Todos los días ando una gorrita y algunos se me quedan viendo, dudando, a ver si soy yo. Cuando algunos me reconocen, se me acercan y me preguntan si soy ‘el Diablo’ y yo entre risas les digo que no soy él, pero que así me llaman.
“Me reconoce gente joven y grande, por muchos años formé muchachos y ellos me ven, me saludan y para mí eso es lo más bonito, sentir el cariño de la gente. A veces paso por una escuela y los niños me gritan ‘adiós, basura’ y yo me emociono, porque agradecen mi trabajo y me reconforta mucho”, manifestó.
Alfredo afirmó que fueron sus compañeros quienes le enseñaron el teje y maneje de este oficio. En el día a día debe correr para no dejar regueros en las calles y aceras, ya se sabe las rutas de memoria y tiene que ponerle para hacer puños con bolsas con desechos y así agilizar el tránsito del camión recolector. La faena de Contreras inicia a las 6 a.m. y finaliza a las 2 de la tarde.
El exfutbolista siempre anda bien protegido. No le hace mucha gracia usar camisa de manga larga, por las altas temperaturas, pero se la pone sin problema para cuidarse del sol. Además, anda su gorrita, calzado especial, pantalón largo y guantes para la manipulación de las bolsas.
¿Le hace falta estar en algún equipo?
“Claro, en algunos momentos me hace mucha falta, pero si no tengo opción de estar en algún club no estaré. Tengo casi dos años de estar alejado del fútbol y la verdad, hay que trabajar en lo que salga, porque en la actualidad no hay estabilidad para ser entrenador.
“Estuve en el equipo de San Luis, de Linafa, casi lo llevo a segunda, pero se lo llevaron para Esparza y después de que se fue Alejandra Ordóñez del Puntarenas no tuve opciones para seguir en el PFC. El fútbol es un mundo que le puede dar trabajo por 22 días o por dos años, ahora no hay nada estable y por eso estoy cerrando este capítulo, aunque no niego que si se da una oportunidad la valoraría”, lamentó.