“Una es casualidad, dos coincidencia y tres acción del enemigo”, dice un famoso refrán. En la gloriosa historia del Barcelona hay muchas leyendas que han escrito páginas de oro y plata para el club, pero a la hora de tratar de renovar los contratos o irse en paz, simplemente no hay manera de hacerlo.
En el equipo culé esto no pasó una vez, ni dos, casi todos sus ídolos terminaron saliendo por la puerta de atrás y lo sucedido con Lionel Messi sólo engrosa ya una larga lista de enfrentamientos.
Ladislao Kubala fue ídolo del Barcelona en los años 50, donde ganó todo, bueno, menos la Copa de Europa. Centro delantero de gran remate con la cabeza, jugó en el Barça de 1950 a 1962. Cuando se retiró dirigió al equipo algunos meses, pero no dio resultado, quiso regresar como jugador, pero la directiva se lo negó, le cerraron las puertas y se tuvo que ir al Espanyol, archirrival de la ciudad.
Además, antes de la aparición de Lionel Messi, en Barcelona la palabra dios era igual a Johan Cruyff. El holandés estuvo con los culés de 1973 a 1978, cuando la directiva comenzó a ponerle trabas para una renovación, decidió retirarse, para después irse a jugar a los Estados Unidos. Regresó como técnico en los 90, formó el famoso “Dream Team”, y cuando llegó una nueva directiva simplemente lo despidieron, por haber sido traído por otro presidente.
Años después, Cruyff se convirtió en presidente de honor del club, pero meses más tarde, con la entrada del nuevo presidente, Sandro Rosell, le fue retirado dicho cargo, sometiendo su nombramiento definitivo a votación ante los socios, hecho al que Cruyff se negó devolviendo la insignia de Presidente de Honor.
Hristo Stoichkov después de regresar al Barcelona en el 97, a la salida de Cruyff, el búlgaro se topó con el técnico Louis Van Gaal que le quitó todos los privilegios que alguna vez tuvo. El presidente José Luis Núñez, que le prometió todo el respaldo, decidió darle su apoyo al técnico y al búlgaro terminó despidiéndolo importándole poco la Copa de Europa y las cuatro ligas que ganó el delantero con los culés.
Cinco años estuvo Luis Figo en el Barcelona, todo iba de maravilla, era considerado el mejor jugador del mundo, hasta que el portugués ya no se sintió valorado, no renovó y a los pocos meses se vistió con la camiseta del Real Madrid.
También está el caso de Ronaldo Nazario quien en el 96-97 llegó al Barcelona y se esperaba que se iniciara una época fenomenal, pero al término del año, el brasileño quiso renovar su contrato, el presidente en turno del cuadro catalán no quiso pagar más y terminó yéndose al Inter de Milan.