EscucharAxel Amador era un niño que siempre tenía una bola consigo, y se ponía a jugar donde fuera, dentro de la casa, fuera de ella, pegando paredes, como fuera.
En una de tantas, hizo una quebradera de trastos por su afán de pegarle a la pelota. Claro, su regañada se llevó, pero eso fue importante para que Amador fuera adquiriendo fortaleza al rematar y buena dirección.
Hoy, el ágil volante florense no solo marca diferencia en el uno contra uno, sino con el remate de media distancia, una característica del futbolista de 1,70 metros.
Con los Guerreros del Sur hizo varios goles de esa manera, y de los dos que lleva con el Team, en uno de ellos, Jairo Mejía de Guanacasteca, ya fue derrotado por su potencia. El otro tanto se lo marcó a Abraham Madriz de Saprissa.
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Amador vivía entre bolas de fútbol, los estudios y alguna salida al río que pasaba por su casa, el San Carlos, en Buenos Aires de Puntareas. Ahora cuando va a su casa, disfruta del pollo y los fideos.
“Lo de la potencia en el remate es natural de él, siempre tuvo una zurda fuerte, pero como jugaba en todo lado y le daba con fuerza, me quebró los trastos, eso le tuvo que ayudar también”, recuerda la mamá.
Doña Jenny recuerda los inicios de Axel en el Pérez Zeledón, donde tuvo que independizarse muy rápido.
La familia fue respetuosa con la decisión que tomó, se había esforzado mucho y era un buen momento para dar el salto”,
— Jenny Rojas, mamá de Axel Amador
“Era complicado, tenía que viajar solo muchas veces, se nos hacía difícil. Nosotros siempre intentamos acompañarlo, pero se nos dificulta, por un tema económico y por la distancia también”.
La costumbre de ir a verlo no se le ha quitado a la familia, y el pasado 30 de enero fueron al estadio Municipal de Pérez Zeledón a ver a su retoño jugar con el Herediano contra los Guerreros del Sur, partido que ganó el Team 1 a 0.
Axel es el mayor de sus hermanos, Ashley y Steven y su papá es Luis Guillermo.
Si sigue así, aquel chiquillo que quebraba platos con la zurda va a seguir rompiendo redes en el fútbol tico y, como todo joven, sus cañonazos apuntan ahora al fútbol internacional, esperando una oportunidad. ¿Será que se le hace?
