Para Alejandra Fernández participar en carreras de atletismo era cosa de todos los días, pero en noviembre del 2019, un cáncer de mama le puso freno a su deseo de correr.
La noticia de la enfermedad le cayó como un balde de agua fría, pero esta desamparadeña, de 33 años, no se arrugó con el diagnóstico y ha luchado para sobrevivir al cáncer y también al covid-19, enfermedad que contrajo en julio del año pasado.
Este martes 19 de octubre, en el Día Internacional contra el Cáncer de Mama, Alejandra decidió abrir su corazón y nos contó que superó 16 sesiones de quimioterapia, 25 de radioterapia y una operación en la que le extirparon el seno derecho.
“Sé que Dios tiene una misión para mi vida”. Alejandra Fernández, paciente con cáncer.
Hace un mes que asiste a rehabilitación y hacerse ultrasonidos y mamografías cada cierto tiempo y durante los próximos 10 años debe tomar un tratamiento que es el equivalente a la quimioterapia, pero en pastilla.
“Estuve incapacitada durante un año y dos meses, por lo que volví al trabajo el 16 de setiembre (de este año). Lo más difícil del proceso fue cuando me quitaron el seno, pero primero está mi vida antes que cualquier cosa y gracias a mi familia y agarrada de Dios y la Virgen de los Ángeles he salido adelante”, manifestó.
Guerrera
Alejandra, quien es mamá de dos hijos: Justi, de 15 años y Kristel, de 12, trabaja como asistente administrativa en Grupo Gessa y nos comentó que en el 2017 le picó el gusanito por participar en carreras.
Antes de ponerse a calentar el asfalto con sus pies, ella solía caminar con su hermana Carmen y le gustaba hacer zumba. Cuando le entró la fiebre por correr, ella aprovechaba la hora de almuerzo para salir a entrenar.
“Había participado en tres carreras, de 5 y 10 kilómetros, pero en noviembre del 2019 sentí un bulto en la mama derecha y eso me despertó sospechas, porque además tenía una secreción. Al inicio el líquido era transparente, pero luego se puso amarillo.
33 años tiene Alejandra.
“El doctor del trabajo me mandó a hacer un ultrasonido y cuando me lo fui a hacer, la doctora que lo revisó se asustó pues me dijo que vio algo que no le gustaba.
“De inmediato me refirió a la Carit (hospital de las Mujeres) y allí me hicieron dos biopsias y se confirmó que tenía cáncer y que era altamente peligroso. Mi tumor estaba grande, pasé dolores muy fuertes y lo más duro después de recibir la noticia fue sentarme a explicarles a mis hijos.
“No era nada fácil llegar a decirles: ‘mamá tiene cáncer’, pero los vi a los ojos y les dije que iba a luchar y que como esta lucha no se ganaba sola, los necesitaba a ellos. Fue muy duro decirle a mi familia, porque no habíamos pasado una situación así, pero gracias a Dios voy saliendo adelante”, destacó.
A lo largo de este proceso, Alejandra no oculta que ha sentido dolor, que se sintió muy mal cuando perdió su cabello, sobre todo porque a ella le gustaba tenerlo largo, pero gracias a su hija y a su mamá, Carmen, hoy cuenta con una peluca que fue hecha gracias al cabello que ellas le regalaron.
“Mi cáncer es de tipo hormonal, es decir, que es sensible a los estrógenos y a la progesterona y eso puede influir a que el tumor crezca. Por eso, ahora debo ir retomando el ejercicio poco a poco, porque debo cuidar mucho mi salud”, afirmó.
Otro obstáculo
Si ya la situación para la desamparadeña era difícil, su vida se complicó más en julio del año pasado cuando tuvo que hacerle frente a una nueva prueba, el covid-19.
“En abril del año pasado me programaron una cita con la oncóloga, para julio y por esas fechas, un compañero de trabajo del papá de mis hijos se contagió de covid. A mis hijos y a mí nos hicieron la prueba y Justin y yo nos contagiamos.
“Gracias a Dios no tuve complicaciones, nos tocó aislarnos por 22 días y cuando ya podía salir, el 8 de agosto, me fui soplada a la Carit porque necesitaba que me reprogramaran la cita con la doctora”, dijo.
Ese día, cuando la atendieron se dio cuenta de que el tumor le había crecido 9 centímetros, el seno se le puso caliente, lo tenía rojo.
De la fundación: Metamorfosis es una organización sin fines de lucro, que ayuda a promover la educación y detección temprana del cáncer. Ayudan a las pacientes y a sus familias desde que son diagnosticadas y procuran la reinserción laboral de la paciente.
“Me dijeron que podía ser del mismo estrés ocasionado por lo del covid y cuando la doctora me vio, el diagnóstico cambió porque ya no se hablaba de una operación de un cuadrante, sino que me tenían que hacer una mastectomía radical.
“Me internaron el 8 de agosto y le pedí a la doctora que me dieran la salida antes del Día de la Madre, porque no sabía si sería el último día que lo pasaría con mis hijos y por dicha, ella me pudo ayudar”, relató.
Actualmente Alejandra forma parte de la Fundación Metamorfosis, que le ayudó con la confección de su peluca, le dan apoyo sicológico y ella imparte charlas con la organización.
“Sé que Dios tiene una misión para mi vida y me siento feliz, porque he logrado salir de la situación”, expresó.