Una marea azul y blanco invadió la basílica de Los Ángeles para celebrar la misa que se brindó en honor al campeón nacional del fútbol de primera división, el Club Sport Cartaginés.
Decenas de aficionados llegaron al templo con la camisa del equipo de sus amores para agradecerle a la Negrita el milagrito del título que se les negó durante 81 años.
En medio de lágrimas, sonrisas y muchos gritos, los seguidores festejaron junto al conjunto dirigido por Géiner Segura.
La ceremonia inició a las 6:14 p. m. y fue liderada por José Francisco Ulloa, obispo emérito de Cartago.
A un costado del altar estaba el cuerpo técnico, los jugadores y dirigentes del cuadro brumoso, quienes llegaron a la misa con sus medallas en el pecho y luciendo la camisa de campeones.
“Quiero saludar al equipo campeón, a cada uno de sus jugadores, al cuerpo técnico, a la junta directiva y a todos aquellos que hicieron posible esta alegría”, dijo Ulloa en medio de los aplausos de los presentes.
La homilía estuvo a cargo del sacerdote Miguel Rivera, quien a lo largo de su mensaje destacó las cualidades del equipo y felicitó al anotador del gol del triunfo, Geovanni Arturo Campos.
“Quiero reconocer públicamente a Géiner Segura y su cuerpo técnico, porque hicieron las cosas como se hacen según Dios: con humildad, con grandes virtudes humanas, fueron gestores de un equipo, porque lo que hoy estamos celebrando no es el campeonato nacional de un jugador, es el campeonato nacional de una familia”, comentó Rivera.
Gracias al papá
José Redondo, un aficionado brumoso que no se cansa de celebrar el título, llegó a la basílica con su hijo José Alberto, de 11 años.
Ambos son vecinos del centro de Cartago y contaron que heredaron la pasión por el Cartaginés gracias a don Miguel Redondo, padre del señor y abuelito de la criatura.
“Mi papá falleció hace tres años y era el más fiebre de los fiebres. Siempre quiso ver a Cartago campeón, entonces como homenaje aquí lo ando en la camiseta (en una foto en la manga izquierda) y nos ha acompañado desde las semifinales contra Heredia”, dijo don José, de 42 años.
Redondo agregó que ser aficionado a este equipo es más que un sentimiento.
“A mi papá el enojo le duraba poco, porque a nosotros se nos inculcó que había que amar al equipo y respetar los colores”, expresó.
José Alberto dijo, a su corta edad, que su papá siempre lo lleva al estadio y desde pequeño le transmite la pasión del Cartaginés.
“Apoyo bastante al equipo, es increíble, saber que estoy muy joven y ver al equipo ganar el campeonato no se puede explicar.
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“El miércoles lloraba, me sentaba en el piso, no lo podía creer. Nos estresamos con el gol, pero sabíamos que el equipo lo podía lograr”, dijo el chiquito.
Otros aficionados que se dieron la vuelta fueron Tatiana Hernández y Rodolfo Quirós, quienes son amigos.
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“Es algo que esperamos desde años. Siempre estuve positiva, pensé que la serie se cerraba 2-1″, dijo Tatiana, de 51 años.
Por su parte, Rodolfo manifestó que desde chiquillo se escapaba para ir al estadio solo.
“El miércoles, cuando terminó el partido, me hinqué y lloré. Le agradecí a la Virgencita de Los Ángeles.
“Mi mamá, doña Élida, murió en el 2001, siempre veíamos los partidos juntos y hoy no está con nosotros, pero sé que lo celebró desde el cielo”, afirmó.