Fichar a Cristiano Ronaldo no fue suficiente para la rica monarquía de Arabia Saudita, lanzada ahora a atraer a otras grandes estrellas como Lionel Messi o Karim Benzema, una ofensiva deportiva respaldada por su poderío económico.
El reino de la península arábiga, criticado por violaciones de los derechos humanos, está determinado a utilizar el fútbol para mejorar su imagen internacional, y dispone para ello de abundantes petrodólares para satisfacer su ambición.
Los clubes del campeonato de Arabia Saudita han establecido una lista “de más de diez estrellas” del fútbol para incorporarlas al campeonato, en la que Lionel Messi, Karim Benzema y Luka Modric son prioritarios, afirmó este lunes a la agencia AFP una fuente cercana a las negociaciones.
La Saudi Pro League sueña con añadir al argentino, al francés y al croata a sus equipos, una victoria que le permitiría, junto al ya presente Ronaldo, contar con cuatro jugadores galardonados con el Balón de Oro durante las últimas dos décadas.
El cuarteto tiene una edad media de 36 años, pero su notoriedad vale las desorbitadas cantidades necesarias para atraerlos a Arabia Saudita, probable candidato para organizar el Mundial 2030 junto a Egipto y Grecia.
“El objetivo es poner en marcha una liga muy fuerte y competitiva y elevar el nivel de los clubes sauditas”, resumió un responsable del gobierno de ese país.
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En total, las autoridades sauditas están “en contacto con más de 10 jugadores, muchos de los cuales han ganado la Copa del Mundo o la Liga de Campeones, para que se unan al campeonato saudita la temporada que viene”, declaró la fuente.
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Además de Modric, balón de oro y subcampeón del mundo en 2018, el reino también está interesado en los españoles Sergio Ramos, Jordi Alba y Sergio Busquets, en el argentino Ángel di María, en el brasileño Roberto Firmino y en los franceses Hugo Lloris y N’Golo Kanté.
Arabia Saudita, bajo el impulso del príncipe heredero Mohammed Ben Salman, busca mejorar su imagen ligada a un islam severo y atraer turistas e inversores, en parte gracias al deporte.
El primer exportador mundial de petróleo bruto, que pretende diversificar su economía, ha gastado ya centenas de millones en los contratos deportivos, como el fichaje de Ronaldo, pero también con la organización del prestigioso Rally Dakar, de un Gran Premio de Fórmula 1 o el lanzamiento de un circuito de golf (LIV Golf Tour) que pretende competir con los tradicionales (estadounidense y europeo).
Debido a todas estas iniciativas, Arabia Saudita está acusada de querer “blanquear mediante el deporte” su historial en materia de derechos humanos.
El fondo soberano saudita (PIF), uno de los más ricos del mundo, es el encargado de gestionar la estrategia para atraer a los jugadores y no los propios clubes, según fuentes cercanas a las negociaciones. Está previsto que los jugadores se repartan entre cinco equipos: Al-Hilal, Al-Nassr, Al-Shabab, Al-Ittihad y Al-Ahly.
Los equipos sauditas son actualmente propiedad pública, bajo la supervisión del ministerio de Deportes, pero un plan de desarrollo del fútbol prevé su privatización antes de 2030.
El campeonato cambia el formato, pasando de 16 a 18 equipos, autorizados a alinear cada uno hasta ocho jugadores extranjeros.
El objetivo de la liga saudita es doblar los ingresos que genera para alcanzar los 8.000 millones de riyals (cerca de 2.000 millones de euros) con la vista puesta en 2030.
“La Saudi Pro League estará apoyada en su ambición por convertirse en uno de los diez campeonatos más grandes del mundo”, informó el lunes la agencia oficial de prensa saudita SPA.