Roberto Morales aprendió a manejar en un Jeep Grand Cherokee del año ‘93 que con el tiempo se llegó a llamar Pangolín y hoy es su chuzo de uso diario y con él compite en ralis.
Pangolín era propiedad de su papá, pero desechó el carro cuando adquirió otro y estuvo un tiempo abandonado hasta que Morales, de 26 años, decidió restaurarlo. Hoy está como un verdadero chuzote.
“Fue el carro en el que aprendí a manejar, era de mi papá; tiene quince años de estar en la casa pero él cambió de carro y estaba botado. Un día lo agarré, me fui para la montaña y me enamoré del carro”, contó Morales, vecino de Ciudad Colón.
Roberto decidió usar el chuzo cuando tenía 18 años, pero lo usaba de vez en cuando, para ir a lugares donde debía poner la doble tracción. Sin embargo, en el 2020 decidió restaurarlo, cuando tenía 24 años. Hoy tiene 26.
Ya cuando Pangolín lo flechó, Roberto empezó a ver de qué forma lo ponía guapote, como para que fuera el carro de uso diario. “Me enteré por internet que en Estados Unidos los modifican y empecé a pedir cosas, a levantarlo. Le metí las llantas grandes y otras cosas”, dijo Morales.
Un día, Roberto se fue a hacer una ruta 4x4 y lo invitaron a una carrera y conoció a más gente y también le gustó andar en eso de las carreras.
Roberto aprendió a manejar cuando tenía once años y el carrito estaba con ellos desde que él tenía nueve. A los 18 años fue cuando decidió usarlo y duró unos dos años en la restauración, que inició en plena pandemia.
Cuenta Roberto que al inicio de la pandemia, se creía que provenía de un mamífero, el Pangolín, y por eso decidió llamarlo de esa manera.
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Roberto ha invertido su buena plata en el chuzo pero lo recompensa en el hecho de que no tuvo que comprarlo.
“Para poder usarlo más extremo, tardé un año y medio, y dos años poniendo bastantes cosas, y aprovechando que estaba la pandemia tenía más tiempo”.
Pero a Pangolín aún lo quieren dejar más hermosote, quizás con llantas más grandes y turbo.
“Es carro de competencia, pero también de uso diario. Cuando ando en la calle la gente se le queda viendo, sobre todo los niños. Llama la atención”.
“Algunos han llegado a comprármelo, pero no se vende, lo que sucede es que no llegan a pagar las extras que le he metido”.
Un carro de este estilo, ya muchos habrán pensando, debe salir gastón y realmente lo es, como lo afirma su dueño. “Se llena con 93 mil colones y con eso hace 400 kilómetros, no muy majado”, dijo.
Por eso Pangolín no es un carro para cualquiera.
Solo Morales maneja el carro, pero va con copiloto a los ralis y lleva a su novia y a sus padres a pasear y realmente se siente muy orgulloso del carro.
“El año pasado quedé de cuarto lugar en las competencias, fue muy bueno porque nunca había corrido y este domingo tenemos carrera. Es en trial, solo ha habido una carrera porque se han movido de fechas, estoy en la novena posición, no me fue muy bien en la primera fecha con los obstáculos pero espero recuperar en la que viene”.