El paratleta costarricense Andrés Fontana ganó una nueva batalla el martes anterior, cuando se proclamó campeón en los Campeonatos Panamericanos de Parajiujitsu, que se llevaron a cabo en Alabama, Estados Unidos.
Fontana, de 41 años, derrotó 2-0 al estadounidense Matt McKenzie en la categoría -67 kilogramos para amputados.
Así como Fontana derrota a sus rivales en una pelea, se ha impuesto a los obstáculos de la vida, ya que a los 17 años tuvo un accidente que le dejó serias secuelas.
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Andrés no solo practica el parajiujitsu, también es especialista en otras artes marciales como el parataekwondo y parakickboxing.
Su esposa, Leidy Rodríguez, conversó con La Teja, pues Andrés estaba viajando hacia el país y contó cómo la ha pulseado su amado para abrirse camino en las artes marciales.
“Cuando era niño practicó el bicicross y antes de su accidente también le hacía al karate y al judo y la semana pasada consiguió la cinta negra en el parajiujitsu brasileño”, afirmó.
El accidente
Un 1 de enero, Andrés iba con sus amigos en un carro a comprar el desayuno, el conductor del carro se durmió y pegaron contra un paredón.
“Por el accidente casi pierde los dos brazos, de hecho, aprendió a utilizar sus pies, pero años después y gracias a la fundación Ronald McDonald se fue a Estados Unidos para intentar reconstruirlos. El izquierdo quedó casi al 90 por ciento, pero el derecho le quedó paralizado.
“Además, perdió el 80 por ciento del pulmón derecho, parte de su pared abdominal y terminó con hernias en la columna, escoliosis y dolores crónicos de por vida. Cuando le dan crisis por esos dolores, puede pasar en cama hasta cuatro días seguidos”, contó.
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El accidente, en vez de arrugarlo lo hizo tomar impulso y seguir practicando deporte y a los 20 años ya tenía su primer cinturón negro como instructor de Teiwaz (disciplina que consiste en noquear al oponente o someterlo hasta que se rinda).
De ahí se metió de lleno en las múltiples disciplinas abriendo camino para los discapacitados.
En el 2012 ganó medalla de oro en el Panamericano de parataekwondo que se llevó a cabo en Bolivia, fue el primer tico en competir en este certamen.
“Es campeón mundial de parakickboxing y campeón mundial de parataekwondo, en el campeonato mundial abierto de la Iuama (Unión Internacional de Artes Marciales de América), que se realizó en Argentina en el 2019 y ahí lo reconocieron en el Salón de la Fama del Deporte en Argentina, por su lucha para las personas con discapacidad”, añadió.
Todo un ejemplo
Leidy y Andrés se conocieron en la escuela, cuando eran unos chiquillos, se dejaron de ver por un tiempo, pero el destino los volvió a cruzar.
“Este año cumplimos 9 años de casados. Tenemos un hijo, Nicolás, que tiene 6 añitos y es igual al papá en todo, le encantan los deportes y entre más extremos, mejor; Andrés le enseña artes marciales, anda en patineta, hace parkour”, manifestó.
Leidy explicó cómo hace Andrés para salir adelante.
“Sus limitaciones físicas nunca han sido un problema para él, cuando empezamos a salir, con la mano izquierda se fumaba un cigarro y el con el pie manejaba el carro, casi me desmayo del susto.
“Si quiere competir y no encuentra apoyo del gobierno, va y toca puertas y pide plata como si nada, porque sabe que su esfuerzo se traducirá en una medalla”, manifestó.
“No me gusta que pelee por el peligro, me da mucho miedo un mal golpe, pero su perseverancia puede más, porque esto es su vida”.
— Leidy Rodríguez, esposa Andrés.
Su preparación antes de una competencia es rigurosa.
“Iba de sábado de por medio a Jacó a entrenar con su profesor Sidney Machado, de viernes de por medio iba a entrenar a San Isidro de Heredia, en una academia y entre semana en la mañana iba a correr y en la noche entrenaba con sus alumnos”, manifestó.
Antes de partir a Alabama tuvo una crisis que casi lo deja fuera de la competencia.
“Es muy duro verlo sufrir en las crisis, no poder ayudarlo me hace sentir inútil, a pesar de que sé que no puedo hacer nada. Solo es cuestión de esperar que pase.
“Antes de irse le dio una crisis, estuvo muy mal, tenía miedo de que no se le pasara a tiempo y no poder ir. Pero gracias a Dios, le paso rápido y duro solo dos días”, comentó.