Carlos Cordero Vargas se enamoró de un Volkswagen Notchback Tipo 3 desde que tenía siete años.
Por eso, a los 15 años comenzó a buscar un carro de este tipo por todo el país, pero le fue imposible durante 20 años.
Incluso, en un momento perdió la esperanza; sin embargo, hace cuatro años recibió una llamada desde Guápiles que lo cambió todo.
Hoy día Carlos tiene 39 años y cuatro de haber cumplido su sueño, en el cual sigue trabajando, porque como él mismo explica, a los autos clásicos nunca se deja de meterles.
La dificultad de encontrarlo es entendible ya que en Costa Rica solo hay seis vehículos de este modelo, pero solo tres están en condiciones de andar rodando.
Considera que solo le falta pintar la nave, con todos los estrictos códigos alemanes, para considerar que ya está como siempre la soñó.
Es amante de los vochos, de todos, pero su gran pasión son las Notchback Tipo 3.
Por sus manos han pasado 14 Volkswagen de todo tipo, desde escarabajos hasta combis.
Sueño bajo techo
“Por pura casualidad llegó a mi vida. Un señor de Guápiles (don Alonso Gutiérrez) me llamó para decirme que tenía uno a la venta, que tenía que ir a verlo. La verdad, me puse muy nervioso, no lo podía creer, sentía que era una broma, no creía.
Fue con su esposa, Sofía Rodríguez, quien tenía menos de dos meses de haber dado a luz a un pedacito de cielo que se llama Emma Lucía.
“Iba muy nervioso, cuando llegué, de una vez fuimos a un garaje, ahí estaba el sueño de mi vida.
“Tenía 25 años de estar guardado, don Alonso se la compró a un alemán que la sacó de agencia aquí en Costa Rica. De lata estaba más o menos bien, pero de mecánica fatal, le faltaba demasiado: frenos, el motor no servía para nada, no tenía clutch. Había que meterle mucho para restaurarla… pero era el amor de mi vida”, recordó el vochero.
Don Alonso le pidió cinco melones por el carro, pero Carlos, a pesar de su pasión, le dijo que no, por lo caro de la restauración.
En un estira y encoge estuvieron casi medio año, hasta que lograron un acuerdo económico.
Pasión total
“Cuando nos entendimos pagué una grúa desde Guápiles hasta mi casa en Montes de Oca, ni siquiera se lo enseñé a mi mecánico. Cuando él lo vio me dijo: ‘¿Qué hiciste muchacho? A este carro hay que meterle demasiado’. Casi ni le escuché porque estaba demasiado feliz de haberlo comprado”, recordó don Carlos.
Comenzó así el proceso de restauración, por supuesto, todo con piezas originales alemanas.
Carlos le puso el mismo motor de 1.600 c.c. doble carburo que le pusieron en Wolfburg, Alemania, en 1965, cuando lo fabricaron.
Una vez restaurado en un 95% llegó el penúltimo detalle, el nombre: le puso Notchy.
“La pasión por los clásicos es inexplicable, Notchy llegó a mi vida para quedarse por siempre”, aseguró.
Ahora Emma tiene 4 años y medio, ya es una apasionada por los vochos, está enamorada del volkswagen combi que tiene el papá… Así don Carlos se garantiza la continuación generacional de la pasión por los vochos.