Después de año y medio viendo el fútbol por televisión, el defensor Alexánder Robinson ya puede volver a la canchas; sin embargo, la marca sicológica que le quedó es para el resto de la vida, como él mismo dice.
Desde enero del 2016 y hasta hace un par de semanas, vivió un calvario que no le desea a nadie.
“Voy a regresar al fútbol sabiendo lo que es el retiro, me retiraron de la noche a la mañana del deporte que amo, fue algo demasiado duro, un capítulo superamargo”, nos explicó el jugador.
Robinson recibió como un baldazo de agua fría el resultado de dopaje que le anunciaron el 27 de enero del 2016, tras un control de orina que se le realizó durante la final del fútbol de Guatemala en el 2015, vistiendo la camiseta del Antigua.
De acuerdo a la federación guatemalteca, al jugador tico se le detectó la presencia del esteroide anabólico Sarm-22.
Al futbolista de 28 años,le confirmaron en junio del 2016 que había sido suspendido cuatro años de toda actividad, algo que para él significaba el retiro, porque podría volver a jugar hasta el 27 de enero del 2020, sin embargo, se defendió y logró ganar.
El 26 de julio le comunicaron oficialmente que el caso suyo se archivó con resultado positivo para él y ahora puede jugar en cualquier parte del mundo en competiciones FIFA.
“No hay nada más duro para un futbolista que estar sano, sin lesiones y no poder jugar al fútbol. Tuve que ver los partidos año y medio por televisión y eso es muy, pero muy difícil, es inexplicable la angustia, la impotencia y el dolor que se siente. Gracias a que mi familia me apoyó demasiado, pude salir adelante, pero es de volverse loco”, comentó el jugador.
Encorbatado a la fuerza
Conforme se fueron acumulando días sin poder jugar, también se fueron acumulando cuentas por pagar, fue ahí, cuando apretó la desesperación y Robinson, en su mismo estrés por jugar y por hacer plata para llevar los frijoles a la casa, encontró una luz en medio del túnel.
“La verdad confieso que cuando comencé a comerme los ahorros que tenía para poder salir adelante con las deudas y los gastos normales de mi familia, fue cuando entendí que tenía que hacer algo. No podía seguir esperando que el fútbol me pusiera el plato de comida en la mesa, por eso digo que viví el retiro, tuve que sacarme el chip del fútbol y comenzar a buscar vida en otros campos.
“Fue así como apareció la oportunidad de traer al país a Ronaldinho, no tenía ni la más mínima idea del mundo empresarial, tuve que cambiar la pantaloneta por el traje entero de la noche a la mañana y sí, tenía muchos temores, pero también tenía muchas cuentas que pagar”, explicó.
Se metió de lleno con el proyecto Ronaldinho, al principio no estaba claro si todo iba a cuajar y podría tener en el país a una de las megaestrellas mundiales del fútbol que más brilló, cuando estuvo en el máximo nivel competitivo.
Entró como empresario en el mundo del papeleo, de las negociaciones, de las reuniones, de los permisos para poder mover este o aquel asunto, en fin, se alejó del fútbol y se metió en las oficinas, algo que le encantó experimentar pero…
La llamada de la vida
La mañana del 26 de julio, el abogado que lo defendió en el caso del dopaje lo llamó para informarle que ya podía volver al fútbol, porque había ganado el caso. Alexánder pegó brincos de felicidad, gritó, lloró y volvió a gritar de la emoción.
“El fútbol tiene demasiadas cosas lindas y me encanta que la llamada de mi vida me llegó cuando tenía en Costa Rica a Ronaldinho, porque fue algo que comenzó como un sueño y poco a poco se convirtió en realidad. La llamada llegó cuando entendí que sí hay vida después del fútbol, que sí puedo hacer otra cosa tras el retiro.
“Me encantó regresar a las canchas con Ronaldinho, imagínese que orgullo, también me encantó que el proyecto le llevó una gran alegría a muchos amantes del fútbol como yo. Pude ver cómo ese sueño de traer a Ronaldinho alegró muchos corazones e ilusionó a cientos de niños. Ahora, después de haber vuelto a ponerme una pantaloneta, me siento listo para el regreso y voy a regresar con todo”, confirmó muy seguro de sí mismo el defensor.
¿Se queda en Tiquicia?
No lo tiene muy claro, pero es lo que desea. Por ser un saprissista de corazón siempre aseguró que la primera opción la tendría el equipo morado, pero las circunstancias cambian. Tuvo algunas conversaciones con los de Tibás, pero nunca le resolvieron nada.
“Gracias a mi Dios, casi de inmediato me llegaron ofertas de Guatemala, una de ellas del Antigua, donde estaba jugando y quedamos palabreados de que a mi regreso les daría la primera opción. También hay un par más de ese país, pero nada está definido.
“Ahora sí, ya terminó el proyecto Ronaldinho, le voy a meter cabeza 100% al fútbol y mi regreso, tengo que sentarme a analizar con mi familia cuál es la mejor decisión para todos. Quiero jugar en Costa Rica y por ahí ya me conversaron también un par de equipos”, dijo.
Volverá fuerte, mucho más fuerte que hace año y medio cuando le tiraron el mundo a la basura en un segundo y le cerraron la puerta de su pasión con un candado que creyó jamás se abriría.
“Regreso para disfrutar absolutamente del fútbol, para jugar más inteligente, para dar lo mejor de un Robinson renovado, recargado y renacido, ahora soy mucho mejor futbolista que antes, ya mi cuerpo y mi mente comprendió que no existe nada que me detenga.
“Lo perdí todo de la noche a la mañana, me dejaron tirado amigos, patrocinadores y compañeros del fútbol, pero gracias a Dios me quedó la gente que de verdad me puso el hombro para apoyarme y eso me hizo mejor ser humano, vuelvo a triunfar”, sentenció.