Sufriendo, aguantando, usando incluso muchas de las técnicas y artimañas de las que ha sido víctima a lo largo de los años, Alajuelense sacó todo el manual del colmillo para salir vivo de Tibás, ganar la final de la segunda fase y alargar a una gran final para definir al campeón del Clausura 2023.
Saprissa ganó el duelo, era algo esperable incluso, el asunto era si tendría la fuerza y si una vez más jalaría de la épica para golear a su rival clásico para dejarse este domingo su título 38.
El 1-0 no le alcanzó para igualar el 3-0 de la ida, donde la serie quedó sentenciada.
El Monstruo en su casa quería intimidar e imponerse desde el segundo en que ambos tocaron la cancha; todo el ambiente para la remontada, palabra que estaba en la mente de cada uno de los miles de morados en La Cueva.
La remontada iniciaba desde la salida del equipo en el hotel Radisson en Barrio Tournón, acompañado de una caravana de vehículos y escolta policial. Al llegar al estadio, miles de aficionados le esperaban en la calle para un recibimiento que, sin discusión, fue espectacular.
El mar de gente se abría para que el bus entrara al estuche, donde ya lo esperaba su rival, que había llegado minutos antes.
Con ese marco entró Alajuelense a la cancha del “Rey de Copas”, con un tifo sobre la gradería este que tenía la figura de guerrero en su trono, con su corona y sus trofeos de campeón alrededor, en una gradería estampada de papeles morados y blancos. Nada que los manudos no hubieran visto antes para dejarse apantallar.
El ambiente previo mostraba el plan que tenían en Tibás, uno fiel a su ADN e identidad, el de un equipo que jamás permite que le digan que no puede hacer algo; eso es como gasolina para su ego, un sello que lo ha distinguido entre otros.
Y, de feria, mete su primer gol al minuto seis, para encender los ánimos al máximo y confirmar la ilusión de todos, un grito que se escuchó por muchas cuadras a la redonda, un momento de explosión que mostraba cuán en serio eran sus intenciones.
Mariano Torres la pegó desde afuera del área, un bombazo de esos que acostumbra; sin embargo, esta vez un desvio en la cadera de Carlos Martínez dejó totalmente descolocado a Leonel Moreira para abrir el marcador, justo como estaba en el guion de los morados. Un gol rapidito para meterse en la serie.
Conociendo lo bien que la pega el capi morado, los rojinegros le dieron demasiado chance para tirar, esas son las que le encantan y cometer de entrada un error así en una final, se suele pagar caro.
Semejante arranque le metió candela al duelo. La Cueva, a punto de ebullición, empujaba a un Monstruo que lucía con ese apetito voraz con el que ha escrito sus grandes epopeyas, que gruñía, tiraba fuego, pero aún con el primer gol todavía necesitaba otro golpe para encender las cosas de lleno. Pero es golpe no cayó, ni se acercó.
A la Liga le costó
Cuando se conoció la alineación de la Liga, con los mismos once que el jueves pasado en el Morera Soto, se comieron a este Saprissa desde el inicio del duelo y fue muy superior, más allá de la expulsión de David Guzmán, se anticipaba que el parado manudo sería otro.
Cuesta entender cómo exactamente los mismos jugadores tienen un desempeño tan diferente en cuestión de tres días, porque la Liga que se paró en Tibás en el primer tiempo le costaba, no podía sostener el balón por un minuto y el rival lo tenía metido atrás por completo.
Se estaba equivocando por varios caminos, sus laterales estaban amarrados y sus extremos, como Josimar Alcócer y Carlos Mora, no generaban fútbol ni peligro, estaban totalmente tapados.
Otro detalle, tener el balón es la mejor manera de hacer que pase el tiempo, algo que es un sello propio, pero tirarse al campo cada tres minutos, buscar quemar segundos en cada jugada no. Es maña, es cierto todo eso juega, y muchas veces se la han aplicado, por lo que ahora sin asco la usó a su favor.
Digamos que mientras no cayera un segundo de la S podía jugar un poco con esas cosas.
Del lado rojinegro, salvo un remate de fuera del área de Alcócer y una débil chilena de Johan Venegas no se vio nada más en el primer tiempo. No hubo generación de fútbol y cuando una bola llegaba a la defensa se reventaba para que cayera en cualquier lado.
Casi casi
Volviendo a Saprissa, del primer tiempo pudo sacar más rédito, llegó mucho al área manuda, el rival se resbaló en algunas, Moreira no estuvo tan seguro en un par de salidas.
Luis Javier Paradela se comió una frente a marco y Sinclair se guardó la cabeza en un centro tiro de Mariano.
La etapa inicial cerró con un remate de Warren Madrigal que iba muy esquineado y Osito apenas pudo desviarla, justo en el cierre del tiempo de reposición. Volvemos a lo mismo, mientras que no cayera el segundo, la serie seguía ahí, como en baño María.
Cuando los equipos volvieron del descanso, otra vez Vladimir volvió a mandarse con cambios al minuto 55, esta vez dos y con Ariel Rodríguez y Javon East, dos atacantes para ir al todo por el todo arriba.
Ya la Liga no era la versión amarrada del primer tiempo, ya tenía más el balón, buscaba el juego de asociación que lo caracteriza, lo que hacía descansar más a una defensa que la tenían fatigada y ahora más bien, ya usaba la maña y el reloj para desesperar al rival.
El asunto eso sí, es que las contras que le quedaban al León no terminaban en una buena jugada o un remate, se quedaba corto casi en todas. Incluso, hasta en un par de tiros libres que le quedaron cerca del área que podía buscar algo más.
En una de esas jugadas, cayó el gran error de Pedro Navarro en la mejenga, que por dicha para él no terminó perjudicando directamente en la serie, pues Ariel Rodríguez se jaló un penalazo con una bola que le rebotó en un brazo extendido que fue clarísima. Un tortón de su parte.
Cayeron los últimos diez minutos, entró Ulises Segura, Ricardo Blanco, Marvin Angulo y tiraron a Kendall de delantero, ya era todo por el todo. Ante el movimiento, Celso se fue a meter unos metritos adelante de la defensa.
Era un juego ya de resistencia, aguantar los embates de la S ante un rival con una zaga reforzada. Los ajustes del segundo tiempo fueron efectivos para sufrir menos en ese aspecto.
La Liga se salió con la suya de la Cueva, supo sufrir, tuvo cabeza y se aguantó a un estadio en su versión más potente, ahora viene otro mundo llamado Gran Final.