Arturo Jara logró hace tres años cumplir un sueño que tenía de niño: poder ser el dueño de un Mercedes Benz W123 300D, del año 85.
Él nos contó que sus vecinos, la familia Vives Sáenz, tenían un carro así y él decía: “Cuando sea grande quiero tener un carro de esos”.
“Ellos vivían cerca de mi casa, económicamente estaban bien posicionados y recuerdo que cuando tenía 10 años me subía a ese carro para hacer un mandado o para darme una vuelta.
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“Tengo 32 años y en ese entonces las leyes de tránsito no eran tan estrictas, entonces mis papás (Rafael e Iris) dejaban que me fuera con ellos en el carro, pues las hijas de los dueños del carro, Leilen y Rebeca, eran amigas mías, todos éramos niños”, aseguró este vecino de El Cacao de Alajuela.
Para Jara, lo que lo deslumbraba de la nave era su elegancia y lo cómoda que era.
“Estos carros son muy ricos, confortables, todo era un show, era andar en un carro muy estable. Gracias a Dios puedo decir que mi sueño se hizo realidad”, afirmó.
Sin descanso
Arturo comentó que su primer carrito fue un Nissan Sentra; sin embargo, trabajaba para cumplir su anhelo de tener el chuzo alemán.
“Al tiempo de tener el Nissan se me dio la oportunidad de venderlo y seguía con la ilusión de querer un Mercedes. Lo busqué y me encontré uno que era del amigo de un conocido en Escazú, que lo restauró y luego lo estaba vendiendo, así logré adquirirlo.
“Cuando me lo dieron sentí una emoción muy grande, me volvió a la mente ese deseo de niño, esa frase de ‘lo logré'. El día en que me lo entregaron iba para una entrevista de trabajo, entonces lo recogí, me fui a la entrevista y me vine para la casa. Ya en mi casa pude procesar más el tenerlo, era mío”, comentó.
Al comprar esta nave ya restaurada, el alajuelense no ha invertido en repuestos o piezas, pero sí lo cuida montones.
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Su color es verde, tiene cuatro puertas y su motor es de 3.000 cc turbo diésel. Los asientos son de color vino, es automático, el dash es negro y tiene partes de madera, lo que hace que se vea lujoso y muy atractivo.
“Trabajo como operario de máquinas y a diario me voy a trabajar y me devuelvo en el carro. Disfruto manejar, ir largo, el poder decir que fui a la frontera con Panamá en ese carro es algo que disfruto.
“Este domingo hay una exhibición en el Parque Viva, que se llama Vochofest, y hay espacio para 15 Mercedes Benz, entonces voy a llevar el carro. También formo parte del Club Mercedes Benz Costa Rica”, dijo.
Asegura que lava su nave una vez por semana, le usa una buena cera para mantener su color. Para él es importantísimo el mantenimiento del motor, pues es el corazón del carrito, y por eso, además, le aplica el cambio de aceite cuando debe ser.
“La gente cuando lo ve se queda asombrada porque es un carro viejo y se ve muy bien. La mayoría de estos carros los tiene descuidados, no les tienen cariño, pero trato de tenerlo de la mejor manera.
“Con mis papás y mi novia Diana vamos a pasear, hemos ido a lugares alejados y no ha pasado nada, porque afortunadamente está muy bien. Más de una persona me ha ofrecido comprarlo, pero no tengo planes de venderlo, pues es más el valor sentimental que una cantidad de dinero”, destacó.