Dicen que lo que es basura para unos, es un tesoro para otros, ese es el caso de don Víctor Garita, quien lo único que quería llevarse del antiguo estadio Rosabal Cordero era un pedazo de tubo.
Mientras este jueves y viernes muchos aficionados florenses hicieron fila en las afueras de la casa de don Eladio para comprar en diez rojitos los viejas butacas que quitaron para construir la nueva casa de don Eladio, a él le salió gratis lo que tanto deseaba.
¿Porqué un pedazo de tubo despintado ubicado en la parte alta de la gradería de sol oeste era tan importante para este fiebrazo? Es simple, a su lado vivió los momentos más lindos con el Team.
“Yo ya no necesito nada más, esto era lo que quería, ya me doy por satisfecho, ahora sí, solo esperar a que esté el estadio nuevo a ver qué", reconoció.
Víctor junto a otros seis amigos son socios de esa localidad y todas las mejengas se van al mismo rinconcito, arrecostados a una baranda a ver los partidos.
Desde esa ubicación ha visto a su equipo salir campeón siete veces desde el 2012, ahí ha pasado los momentos más lindos, por lo que él quería tenerlo en su casa sí o sí.
Para conseguir este tesoro el hombre tuvo que moverse y correr un poco, la salvada es que vive a solo cien metros del estadio.
"Yo tengo el número de Jafet (Soto), porque él siempre está en comunicación con los socios, le mandé un mensaje y le dije que nosotros nos quedábamos ahí siempre y queríamos el tubo.
“Él me respondió que ya habían quitado los tubos de la parte de arriba, pero me dijo ‘si lo quiere véngase ya’, fui de una vez, me dejaron entrar, él mismo Jafet me recibió y ahí estaba el tubo, me lo regalaron”, dijo.
Cuando ya tenía el despintado tubo rojiamarillo en la mano, de una vez le envió un mensaje a sus amigos y les contó que había logrado la misión.
“Después de varios años en los que siempre llegábamos temprano la gente nos empezó a respetar el espacio, por decirlo así, y en una que otra conversación siempre salía el tubo. Cuando anunciaron la remodelación hasta en eso pensamos, que nos quiten el campo y que iba a pasar con ese lugar", dijo.
Con el tubo afirma tener muchos planes, le va a pintar los títulos que su equipo ganó en la última década y hasta le pedirá a Jafet que se los firme.
A ciencia cierta no se sabe cuántos años tiene el tubo, pero se presume que son bastantes porque estaba empotrado entre dos columnas de una gradería que nunca fue remodelada.
"Siempre habíamos mencionado al tubo de manera jocosa, incluso así le llamábamos al campo, pero cuando se dio el chance de conseguirlo no lo pensé y me fui de una vez.
Desahogo
Como en el fútbol no todas son buenas, Víctor reconoció que en diversas ocasiones también se desahogó en ese pedazo de metal, por lo que lo siente cercano.
"Fue víctima de muchas frustraciones, uno se devolvía y !Flaaa¡, iba la patada, aunque esta década fueron más las alegrías, pero más de una vez si le volé.
“Cuando Johan Venegas nos hizo un gol de cabeza en un tiempo extra en una final (verano 2015) con la Liga en la que Heredia salió campeón nos enojamos mucho, esa vez lo agarramos a patadas”
Las marcas de su frustración causaron incluso quitar un tubo más delgado que estaba soldado arriba y que el grupo con los años hizo arrancado sin esa intención, solo por el colerón.
Inicialmente el grupo de amigos de Víctor se veía solo en el estadio, pero con el tiempo el grupo se fortaleció y se volvieron muy cercanos, por lo que este tubo también representa eso.
“Nos volvimos muy amigos, vamos a las fiestas familiares , pasamos hablando siempre, el estadio consolidó nuestra amistad más allá de ser heredianos”, explicó.
La cosa es tal que hasta en un momento pelotearon y vacilaron con hacer un programa para aficionados contando las anécdotas y cosas que se viven en un estadio.
Los trabajos en la casa de don Eladio ya empezaron, el jueves quitaron el icónico letrero de la entrada y lo guardarán para ponérselo al nuevo estadio cuando se inaugure en julio del 2021.
La idea para este grupo es seguir acumulando vivencias al lado de su querido club y que otros como ellos empiecen a crear sus propias anécdotas y se encariñen de cada rincón.