Cartaginés podrá clasificar o quedar fuera de semifinales del clausura 2019, pero su figura será, sin duda, Mauricio Cordero Monge, quien ha estado todo el campeonato alentando en las buenas y en la malas y da un gran ejemplo a la afición.
A sus cuatro años, el pequeño vecino de El Tejar de El Guarco se ha dado a conocer por dos grandes razones: una que es acompaña al cubano Marcel Hernández cuando sale al terreno de juego; y porque cuando se da el pitazo final no se va para la casa sin antes recoger la basura que queda tirada en la gradería de sombra.
La fiebre es heredada, desde sus abuelos hasta sus padres son fieles seguidores brumosos y él no podía ser la excepción.
“Mau vio un video de que los ríos se llevaban la basura de las calles y que los peces y tortugas se morían, entonces una vez dijo: ‘no me voy hasta que quede limpio’, se devolvió y empezó a recoger la basura de las graderías”, contó la orgullosa madre, Ana Lucía Monge.
“La gente ya lo reconoce y él ahora en todo lado recicla, donde mi mamá sobran botellas y se las lleva para reciclarlas en la escuela”, agregó.
Doña Analu confesó que ella desde niña iba al estadio con su padres y desde que nació Mau (30 de enero 2015) la tradición siguió. Nunca faltan al José Rafael “Fello” Meza. Es tan fiebre que ella se mejoró un viernes y ya el domingo estaba sentada en las gradas del estuche.
La barra de Mau está formada por su mami, su papá Rándall Cordero y abuelitos maternos Julio Monge y Laura Campos.
Ya el pequeño es un fiebrazo, no se entretiene viendo fábulas, pone el canal deportivo ESPN, se tira los partidos de la Champions y está en todas con los movimientos de los jugadores. Ya está entrenando con la escuela de estimulación de la Vieja Metrópoli.
Dice esta feliz madre que cuando su hijo tomó la iniciativa de limpiar la gradería casi le da algo.
“Hasta que me pasó un escalofrío, sentía ganas de llorar al ver como un niño acató eso y no uno como adulto, nos sentimos con mucho orgullo. Ha sido una enseñanza para nosotros”, dijo satisfecha.
Esta misma iniciativa la hicieron popular los aficionados de Japón en el Mundial de Rusia 2018.
Amuleto de la suerte
La alegría y amor por la camiseta de Mau terminó convirtiéndose en amuleto para el goleador cubano.
“Mauricio desde pequeñito sale con los jugadores, cuando llegó Marcel hicieron clic. La primera vez que salió con Marcel anotó, salió el siguiente juego con él y volvió a anotar, entonces le llama el ‘niño de mi suerte’”, contó la orgullosa madre, Ana Lucía Monge.
La primera vez que salió con un jugador fue a los seis meses de nacido, lo hizo con José Eduardo Leiva en un enfrentamiento contra Saprissa.
Pero saltó a la fama cuando Marcel hizo varias publicaciones en Facebook y ya la gente le puso más atención.
“Siempre habla por Instagram con él y es el chineado, también los de prensa del club empezaron a tomarle cariño. A la gente le hace gracia porque, a pesar de su edad, pone mucha atención en los partidos.
"En la casa juega de que es Marcel y trata de hacer las jugadas de los goles, los narra o nos pide que le pongamos los goles, partidos pasados y las canciones del club”, contó la mamita.
Hasta cuando van a estadios visitantes, los brumosos respiran con más calma cuando ven al pequeño llegar porque cuesta que pierdan si él está presente.
“Es pequeño, pero sabe mucho”, aseguró la madre.
El pequeño con su tierna voz futbolera nos contó su ritual cada vez que salta a la cancha con el cubano.
“Le doy un abrazo, un beso y le digo suerte”.
La química fue inmediata, también el goleador se sorprendió de lo bien que se llevan.
“Fue increíble, como una chispa del momento, el muchachito no quería salir a la cancha, solo quería salir conmigo, salió conmigo y anoté, después hizo como mucho énfasis conmigo, volvió a salir conmigo y volví a anotar, y entonces se volvió una costumbre. Se hizo un cariño increíble por pequeñas cosas que nos unen, él como niño que soy su ídolo y a mí en lo personal que lo quiero muchísimo”, señaló Marcel.