Ronny González es un fiebre saprissista que quedó enamorado de una artesanía alusiva a su equipo que encontró en Guatemala.
González es asesor de mercadeo y ventas y viaja constantemente al país chapín para trabajar con tres municipalidades y asesorar a pulseadores y en una visita que realizó en febrero se encontró con una bolita tejida, con los colores del Sapri, el morado y blanco y con la letra ese.
El aficionado morado contó que la bolita la compró en el lago Atitlán uno de los lugares que más frecuenta cuando va al país centroamericano, pues lo considera uno de los tres sitios más espectaculares que han visto sus ojos y donde también vive Tomás Tevelán, el niño chapín que enamoró a Costa Rica en 2019.
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“Cuando vine en enero, vi que vendían esas bolitas tejidas; sin embargo, no había nadie en el puesto. Cuando regresé en febrero, fui a buscar directamente al vendedor y lo encontré.
“El artesano es joven, tiene entre 25 y 30 años y cuando me vio me dijo ‘¡Cómpremela! Es de un equipo que se llama el Sabri, Sabrissa’. El vendedor es indígena artesano”, comentó.
Única
Ronny añadió que lo primero que sintió al ver la bolita fue un sentido de pertenencia y se identificó con los colores del equipo de sus amores.
“Acá lo curioso es que el artesano no tenía bolas de ningún otro equipo, ni chapín, ni europeo, sólo de Saprissa, eso me hizo sentirme orgulloso de mi equipo”, añadió.
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Para este aficionado, el hecho de encontrar este producto fuera de Tiquicia representa la grandeza del Monstruo.
“No es tanto el hecho de que se venda la bolita en sí, sino de sacar el tiempo para tejerlas a mano.
“No sé el motivo por el que este muchacho hace bonitas del Sapri, pero el único motivo por el que un artesano decida invertir tiempo en tejer bolas de un equipo extranjero, en vez de tejer gorros o bufandas que tienen mucho más ventas, habla de la grandeza y amor por ese equipo”, expresó.
Ronny compró dos bolitas, una para él y otra para rifar a través de su cuenta en Twitter.
“Decidí rifarla porque sé que todo morado quisiera tener una pieza así de especial en su colección.
“Hice un tuit y entre quienes lo compartan rifaré la bolita. De fijo la rifo un día después de publicada esta nota, para que los lectores puedan buscarme en Twitter como @ronglezch”, manifestó.
Cada bolita costó 10 quetzales, unos 830 colones.
Se rebeló
González tenía todo para ser manudo, pues su papá es liguista y vive en Alajuela, pero se rebeló y se hizo morado.
“A los tres años supe que el rojo y negro no eran mis colores. Según me cuenta mi papá, fueron mi mamá y mi padrino quienes me terminaron de hacer morado.
“Desde entonces voy regularmente al estadio a pesar de vivir lejos de Tibás, y hasta tengo relación cercana con exjugadores, incluyendo Alonso Solís quien es amigo cercano”, relató.
Sobre la situación del club, Ronny es consciente de que la “S” debe mejorar.
“A veces pienso que el equipo más bien hace mucho para las condiciones que tiene, sé que Juan Carlos Rojas (el presi morado) está haciendo su máximo esfuerzo por hacer mejorar la infraestructura del club, pero no cabe duda que necesitamos mejorar.
“Los logros que últimamente hemos alcanzado son gracias a la camiseta y a la casta de jugadores experimentados”, aseguró.