Hugo Hernández es un vecino de Desamparados, quien a sus 47 años se siente como un chiquillo con juguete nuevo cada vez que sale con la Pitaleña a retar los caminos y andar por donde quiera.
Con su Toyota 4Runner del 93 no hay barreal que lo detenga, sabe que tiene un chuzo muy potente que, además que lo tiene bien chaneadito, puede contar con él para cualquier cosa que se le ocurra.
A bordo de esta nave ha pasado diversas aventuras y en planes aún tiene muchas por vivir.
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“El carro fue una idea, principalmente, mía y también de la familia; yo buscaba un carrito más grande, que fuera más cómodo y espacioso, buscaba algo no tan actual, sino algo más atrás. Me lo traje desde Pital de San Carlos, donde lo tenían.
“Es un carro todo terreno, la versión americana y trae muchas extras, actualizaciones en el sistema eléctrico, es automático. Me llamó mucho la atención que estaba bastante cuidado, como decimos popularmente, está en todas”.
¿Cómo dio con él?
Una amistad, por medio de uno de los padrinos de mis hijos, me comentó que este señor tenía un carro en venta y que lo podía ir a ver si compromiso, lo llamé, estuvimos hablando, conversamos precios, y demás detalles. Me fui para Pital, estábamos en una soda con mi mecánico, llegó el señor, se parqueó y desde que vi el carro, dije, así, esta es la mía y no lo pensé más. Fue en febrero del 2023.
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¿Qué le ha hecho e invertido desde entonces?
Lo primero fue revisarle frenos, sistema de distribución, venía muy bien de llantas y todo; se me dio por cambiarle llantas, le puse unas de tipo MC, que son más grandes y para 4x4; además, le fui dando una forma más llamativo, elegante. Le pusimos un snorkel, lo alfombré, le cambié los forros de los asientos, le puse botaguas, la alarma que no tenía, en el escape o mufla una terminal que le llaman de doble salida, lo que le da al vehículo un sonido un poco más duro, como que ronca más.
¿Lo aprovecha para andar metido en barreales, de paseo, por dónde lo lleva?
Claro, por tiempo de trabajo más que todo, solo una vez me lo he llevado a una pista ahí por San Mateo de Atenas, que se llama Pista la Torre, ahí lo llevamos como decimos a lo tico a matar fiebre, a batir barro.
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¿Este es el pasatiempo suyo entonces, agarrar este carro, meterle cosas y salir a pasear?
Correcto, tengo un compañero del trabajo que tiene una Pathfinder, también modelo 97, y nos hemos envuelto en ese mundo de la modificación; de hecho, tenemos unos proyectos de meterle y cambiarle algunas cosas. Le quiero poner suspensiones más altas, cambiar los bumpers para poner lo que le llaman winches, un portarrepuestos en la parte de atrás. Hemos ido ahí en ese pasatiempo, claro responsablemente, sin descuidar la familia.
Llegan momentos en que las familias se ponen celosas que le dan más tiempo al carro que a ellos
Jajajaja correcto, le mete uno tanto tiempo al carro que puede pasar; es que es muy bonito, siente uno como los niños, que lo ven como un juguete, uno le quiere hacer esto y lo otro, pero todo va pasito a pasito.
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¿Porqué le puso La Pitaleña? ¿Por su lugar de origen?
Sí, sí, por donde lo traje, por eso lo bauticé La Pitaleña y ahora solo así le dicen, hasta le pagué a hacer una plaquita que anda atrás en la que dice el nombre. Ya mis compañeros y el mecánico, cuando les digo ahí está La Pitaleña, hasta el señor que me la vendió ya sabe que así quedó bautizada.