Era el año de 1994 y Saprissa logró llegar con sus resultados (campeón de la Copa de Campeones de la Concacaf 1993) hasta un evento internacional de gran renombre: la gran final de la Copa Interamericana ante La Universidad Católica de Chile (finalista de la Copa Libertadores 1993). Se jugó a dos partidos, ida y vuelta.
El primer partido fue en el estadio Ricardo Saprissa, el 15 de setiembre de 1994 ante 12 mil aficionados. Con gran fútbol e ilusión los morados de Costa Rica ganaron 3-1 con goles de Roy Myers, Rolando Fonseca y Javier Vicente Wanchope. La ilusión del título continental creció por el marcador, sin embargo, había que viajar a Chile.
Se jugó el partido de vuelta el 1 de noviembre de 1994 y la U. Católica de Chile goleó a Saprissa 5-1, logrando que se quedara en suelo chileno la Interamericana. Gran dolor en los saprissistas por haber perdido la final, sin embargo, justo ese día, aquel 1 de noviembre de 1994 se sembró la primera semillita de una marga enredadera de problemas con las barras organizadas del fútbol costarricense.
Malas mañas
Los dirigentes de Saprissa que viajaron a Chile por el partido quedaron deslumbrados al ver un grupo de aficionados de la U. Católica apoyando, gritando y animando a sus jugadores los 90 minutos, por eso, dijeron que querían lo mismo para Saprissa en las graderías de Costa Rica.
Los saprissistas no se quedaron de brazos cruzados deseando, por el contrario, en los primeros días de 1995 el chileno Eduardo González vino al país para enseñarle los cantos, rutinas de apoyo, y en fin todas las mañas, de Los Cruzados (es el nombre de la barra organizada de la U. Católica) a un pequeño grupo de aficionados de Saprissa.
Después de varios días, Gonzáles terminó la capacitación y la junta directiva morada firmó un acuerdo para crear La Ultra Morada, como el grupo oficial de apoyo al equipo en las graderías. El 23 de abril de 1995, en un partido entre San Carlos y Saprissa, en el estadio Carlos Ugalde Álvarez de Ciudad Quesada, un grupo de unos 35 aficionados morados brincaron, apoyaron y cantaron los 90 minutos apoyando a su equipo, esa fue la primera vez que La Ultra se mostró en un estadio, siendo la primera barra organizada del país que existió.
Pocos meses después los aficionados de Liga Deportiva Alajuelense se organizaron en las graderías y formaron lo que primero se llamó La Turba Rojinegra, sin embargo, cuando cambiaron el nombre a La Doce fue cuando se consolidó.
Ya con Saprissa y Alajuelense organizados, una tercera barra, siempre en 1995, nació, La Garra, que es de los aficionados del Club Sport Herediano… todas gracias a la formación chilena dada a Saprisssa hace 25 años.
Ente 2020 Chile y Costa Rica viven un calvario de heridos, armas y muertos, en sus graderías, producto de esas barras organizadas o barras bravas como les dicen en Sudamérica.
Problema chileno
De hecho, la violencia de las barras bravas en Chile obligó a los clubes a tomar medidas inéditas para mantener a flote el fútbol local y evitar una nueva suspensión del torneo como ocurrió en 2019, en medio de la crisis social.
La Universidad de Chile, por ejemplo, cerró la galería sur del estadio Nacional, donde habitualmente está su fanaticada, mientras que en conjunto con la Asociación Nacional del Fútbol profesional (ANFP) los clubes decidieron equipar sus estadios con drones y más cámaras de seguridad, al tiempo que pidieron aumentar la presencia policial de los estadios.
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Igualmente, guardias de seguridad privados -dotados con equipos antidisturbios- fueron contratados por primera vez para apoyar la labor de las policías al interior de los estadios. Un escuadrón de guardias con cascos, bastones y ropa de protección debutó en el partido que por la segunda fecha disputó la Universidad de Chile frente a Curicó.
La muerte de un integrante de la “La Garra Blanca”, la barra brava del popular club Colo Colo, atropellado por un camión policial que fue atacado cuando circulaba en las afueras del estadio Monumental de Santiago, volvió a generar violentos enfrentamientos en varios puntos de la capital chilena, los que se acabaron con cuatro muertos en menos de una semana, elevando a 31 la cifra total de fallecidos desde el inicio de las manifestaciones sociales el 18 de octubre.
Bajo la consigna "Calles con sangre, canchas sin fútbol", los hinchas más radicales han intentado volver a paralizar el fútbol chileno, tal como ocurrió por varias semanas tras el inicio del estallido social, llevando a la dirigencia local a cancelar por anticipado el torneo 2019 cuando todavía faltaban seis fechas por disputarse.
La semana pasada, un grupo de fanáticos logró paralizar el duelo entre Coquimbo y Audax Italiano tras irrumpir violentamente en la cancha, mientras que barristas de Universidad Católica se enfrentaron con la Policía en el estadio San Carlos de Apoquindo, en el este de Santiago.
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“Los de Abajo”, la barra brava de la Universidad de Chile, incendió parte de la galería del estadio Nacional de Santiago mientras el club disputaba un partido por la Copa Libertadores ante el Internacional de Brasil.
“Nosotros como club estamos haciendo lo humanamente posible, yendo más allá de las exigencias de los diferentes estamentos”, afirmó José Luis Navarrete, presidente de Azul Azul, la sociedad anónima que maneja a la U. de Chile.
Los dirigentes temen que la continuidad de las protestas sociales -que se espera vuelvan a radicalizarse a partir de marzo- obligue nuevamente a cancelar el torneo tal como sucedió con el campeonato del año pasado, lo que afectó también a los amistosos de la selección chilena y la final de la Copa Libertadores-2019, que debía disputarse en Santiago y finalmente se jugó en Lima.
No alcanza
Para la Intendencia (Gobernación) de Santiago, sin embargo, las medidas tomadas por los clubes y la ANFP no son suficientes, por lo que decidió reducir la cantidad de aficionados para los partidos de gran convocatoria, prohibir la presencia de la hinchada visitante y no dar permisos para jugar en estadios que no cumplan con todas las normas de seguridad establecidas.
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La reducción de público provocó la protesta de los clubes -afectados económicamente- mientras que el Sindicato de Futbolistas profesionales (SIFUP) indicó que prohibir la presencia de barras rivales transgrede la ley de violencia en estadios, que permite un 5% del aforo para visitantes.
“Colo Colo está en completo desacuerdo con la medida que impide la participación de la hinchada visitante en los partidos de la competencia local y confiamos en que ella no se transforme en una constante", indicó un comunicado de este club, que este fin de semana recibirá a Universidad Católica en su estadio, en uno de los clásicos del fútbol chileno, encuentro que pondrá a prueba las nuevas medidas de seguridad.