“Ustedes son banqueros, yo me pongo pelucas y gano más dinero que ustedes”. La estrella mundial de las “drag queens” (transformistas), la canadiense Brooke Lynn Hytes, empezó una gira por Sudáfrica, donde esta comunidad todavía está en pañales.
Sudáfrica tiene una de las leyes más progresistas del mundo sobre los derechos de LGTBQ+ y es el primer país de África en haber legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero en la calle, los estigmas se mantienen.
“La escena drag en Sudáfrica es muy reciente, cuando vivía aquí hace unos quince años, no se veían drag queens”, explica en una entrevista, con un vestido de leopardo y una peluca al estilo Marilyn Monroe.
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En pocos minutos, saldrá al escenario de un bar de moda de Johannesburgo para rendir un “homenaje irreverente a las diferentes identidades sexuales”. La sala, decorada con plantas artificiales desde el suelo hasta el techo, está llena.
El espectáculo de la artista, que pasó dos años en el Cape Town City Ballet, es una mezcla de playback, danza y comedia.
"El travestismo es poner vida a la imaginación", explica Brooke Lynn Hytes, alias Brock Hayhoe.
Según Theo de Jager, que organiza estos espectáculos en todo el país, “la idea de cambiar de género es todavía espantosa para mucha gente, y este miedo se suele traducir en discriminación”.
En el país las ‘drag queens’ evitan viajar solas, sobre todo en los transportes, ya que nunca se sabe con quién se van a cruzar y quién puede esconder tendencias homófobas.
Y muchas de ellas se sienten “aterradas” con la idea de travestirse en público.
Los actos de violencia homófoba son frecuentes, muchas veces con casos de violaciones contra gais y lesbianas, con el pretexto de que sus orientaciones sexuales son consideradas inapropiadas.