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"Racismo, machismo y clasismo" en el crimen de un joven argentino, dicen sociólogos

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El caso del asesinato a golpes y patadas del joven Fernando Báez Sosa en Argentina, atacado por ocho rugbiers en desigual pelea entre adolescentes mayores, es un aterrador cóctel de odio "clasista", "racista" y "machista", según sociólogos entrevistados por la AFP.

Los hechos ocurrieron hace tres años frente a una discoteca del balneario de Villa Gesell, 375 km al sur de Buenos Aires, en plenas vacaciones de verano austral, y el juicio oral despertó una fascinación nada común en la sociedad, que está a la espera del veredicto del tribunal de tres jueces el 6 de febrero.

Salvo de la inflación desbordada (95% en 2022), no se habla de otra cosa en el país sudamericano.

"La cuestión de clase juega un papel importante en este caso. La mayoría de los rubgiers son de familias ricas de pueblo", en este caso de Zárate, 90 km al norte de la capital, dijo el sociólogo Guillermo Levy, profesor en las universidades de Buenos Aires y Avellaneda.

En el juicio que se realiza en Dolores, 200 km al sur de la capital, los fiscales y querellantes pidieron condena a prisión perpetua para los ocho acusados, como "coautores del delito de homicidio doblemente agravado por alevosía y concurso premeditado".

"Es verdad que es un cóctel de violencia, racismo, machismo, alcohol, etc. Pero voy a agregar el componente de la formación del rugby. El accionar en manada podría estar siendo reflejo", dijo Facundo Sassone, sociólogo y entrenador de juveniles de rugby en el club Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó.

El abogado Hugo Tomei, defensor de los acusados, que jugaban al rugby en un club de Zárate, pidió "la absolución", alegando que "no se pudo probar el plan para matar" ni quién o quiénes fueron los autores del crimen.

"La reflexión debe ser sobre la sociedad que produce esto, y no sobre si están locos, si son psicópatas, porque ahí nos equivocamos", señaló Levy.

Fernando Báez Sosa (18 años, el fallecido) discutió con el rugbiers Máximo Thomsen (de 23 años ahora) dentro de la discoteca y le tiró un puñetazo.

Los fiscales aseguran que Thomsen instigó a sus compañeros a tomar venganza. En la puerta del local rodearon a Báez Sosa, lo derribaron a golpes y lo patearon mientras estaba inconciente hasta causarle la muerte.

Uno de los rugbiers gritaba: "¡Negro de mierda, mátenlo!", según testigos presenciales que declararon en el juicio. Las escenas quedaron registradas en videos, incluso de un móvil de los agresores, y corroboradas en chats, además de los peritajes de ADN y sangre.

"Resulta insoslayable la apelación a la negritud de Fernando durante la agresión, y hacernos cargo del racismo y clasismo", dijo Sebastián Bruno, sociólogo e investigador en ciencias sociales.

Bruno planteó: "Los sectores medios y altos marcaron o etiquetaron a quienes fueron protagonistas de los movimientos migratorios".

Báez Sosa era hijo de una cuidadora de ancianos y un albañil, ambos inmigrantes paraguayos. Había iniciado la carrera de abogacía, luego de graduarse en un colegio parroquial católico y realizar obras de caridad.

Los imputados, con edades ahora de 21 a 23 años y en prisión preventiva desde 2020, tuvieron expresiones como "pido perdón", "pido disculpas", "no hubo intención de matar", "no hubo un plan (de asesinar)" y "estoy arrepentido".

"Fue atacado por sorpresa, a traición, causándole múltiples lesiones en el cráneo y el hígado, con hemorragia masiva. Acordaron matarlo", dijo en su alegato el fiscal Gustavo García.

Levy aseveró: "Está el aplauso de la violencia machista, de la cosa patotera, maleva (pendenciera). Y también el clasismo. Negro de mierda, paraguayo (pese a nacer en Argentina)".

El rugby en Argentina es amateur e históricamente son los sectores de clase media y alta los que lo practican o asisten a los partidos.

"Si nos rasgamos las vestiduras y decimos que es un deporte de valores, de amistad, ¿por qué falló? Y es que algunas cuestiones pueden ser malentendidas por jugadores de rugby que pueden generar situaciones de violencia fuera de las canchas", sostuvo Sassone.

La Unión de Rugby de Buenos Aires organizó talleres después del crimen para reeducar a jóvenes que han sido entrenados para actuar en grupo y con violencia ante una agresión.

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