Para facilitar ese acompañamiento, que entraña mucho desgaste emocional y físico, le recomendamos seguir los siguientes consejos para esa labor tan importante que usted realiza día a día.
1. Asegúrese de que el diagnóstico de Alzheimer o demencia es el correcto
Debe saber que hay otras enfermedades que pueden generar síntomas similares al Alzheimer y otras demencias. Entre ellas, las infecciones urinarias -muy frecuentes entre los adultos mayores– y la depresión.
2. Detecte indicadores que alertan sobre el inicio de una posible demencia
Por ejemplo, si su familiar o persona que cuida sale de la casa y se perdió durante horas. También si tiene episodios en los cuales delira (se imagina cosas o situaciones que no existen) y dice incoherencias. Y, por supuesto, si olvida nombres de personas, objetos y lugares y esto le trastorna su rutina diaria.
Este tema lo ampliamos en los dos blogs anteriores: Demencia por Alzheimer: aprenda a reconocer los síntomas y ¿Tendrá mi familiar Alzheimer? Siga estos consejos.
3. Busque un diagnóstico profesional y con pruebas confiables
Alexis Cruz Alvarenga es especialista en Terapia Ocupacional y Gerontología del Hospital Nacional Psiquiátrico y miembro de la Asociación Costarricense de Alzheimer y otras Demencias Asociadas (Ascada). Cruz advierte que un diagnóstico de Alzheimer o de una demencia como la vascular no se hace con un simple test. Se requieren, dice, pruebas de laboratorio, exámenes neurológicos y pruebas funcionales.
Tampoco es recomendable acudir solo a búsquedas en Internet que más bien lo podrían confundir más.
Puede contactar a la Asociación Costarricense de Alzheimer y otras Demencias (Ascada) en Facebook, al correo ascada.de@gmail.com o al Teléfono/WhatsApp 8309-0910.
4. Atienda al enfermo con ayuda de varios especialistas
Con un diagnóstico seguro en mano, acuda por ayuda de diferentes especialistas pues las demencias no son solo terreno de un psiquiatra. Se requiere apoyo médico para definir el mejor tratamiento del enfermo.
Procure la atención de un terapeuta ocupacional, que ayudará al enfermo y a la familia a tener rutinas diarias y conocer sus límites y posibilidades.
La asistencia de un psicólogo es fundamental para el manejo emocional del paciente, el cuidador y la familia, pues el desgaste físico y emocional de una enfermedad terminal como cualquier demencia es mucho. A diferencia de otros padecimientos terminales, las demencias, como el Alzheimer y la vascular, son de larga evolución. Es decir, pueden pasar muchos años –en promedio, cinco– desde el diagnóstico hasta el fallecimiento de la persona. Un psicólogo ayuda a sobrellevar todas estas fases.
5. No sobreproteja ni limite al enfermo
Una de las primeras reacciones del cuidador es “sobreproteger” al enfermo con alguna demencia. Le prohíben actividades de la vida diaria como cocinar o ayudar con los quehaceres domésticos y lo confinan a un sillón o a una silla de ruedas. Incluso, en algunos casos lo marginan de actividades sociales como si hubiera que “esconderlo”.
Los profesionales que atienden al enfermo, al cuidador y a la familia lo podrán guiar para que la persona con demencia no pierda sus habilidades mientras todavía las tenga.
6. Evite un rol 24/7 como cuidador
No es aconsejable que una sola persona asuma el cuido del enfermo las 24 horas del día los siete días de la semana. El resultado de una práctica como esa serán dos enfermos: la persona con demencia y el cuidador.
Un rol de ese tipo, explica Cruz Alvarenga, hará que el cuidador experimente ‘el síndrome del cuidador cansado’ que se caracteriza porque la persona sufre problemas para dormir, dolores de espalda, gastritis y cambios en el estado de ánimo.
7. Busque espacios y tiempos de respiro
Para evitar agotarse y enfermar en su rol de cuidador, Cruz aconseja definir rutinas en las que el responsable principal del cuido se pueda desconectar cada cierto tiempo. Esto obliga a la familia a trabajar en equipos y organizar roles de relevo, ya sea entre los mismos parientes o, si se puede, contratar la ayuda de un profesional.
Lo anterior también beneficiará al enfermo, que podrá tener un cuidador sano, física y mentalmente.