El Alzheimer es una forma de demencia que afectará a 132 millones de personas en el 2050. Aunque no es sinónimo de vejez, sí es importante que las familias estén atentas y aprendan a detectar los síntomas asociados a esta enfermedad.
Arnoldo Soto, neurólogo y gerente médico de Neurociencias para Roche Centroamérica y Caribe, explica que hay dos tipos de Alzheimer:
- El temprano, que manifiestan algunas personas antes de los 65 años.
- El tardío, cuyo diagnóstico se realiza después de los 65 años. Es el más habitual.
El Alzheimer se presenta cuando unas sustancias llamadas beta amiloide y tau se depositan entre neuronas, que son las células del cerebro. Esto las daña y ocasiona la pérdida de facultades cerebrales, principalmente, la memoria.
Esta condición empieza a desarrollarse de manera silenciosa mucho tiempo antes de la aparición de los síntomas. Sus primeras señales se relacionan con la pérdida de la memoria de una forma más intensa de lo habitual: es la abuelita que no recuerda dónde puso las llaves (y cada vez le ocurre con mayor frecuencia), o el señor que olvida las palabras y los nombres de personas allegadas.
Aunque el Alzheimer afecta sobre todo la memoria reciente, hay otros síntomas asociados a esta enfermedad mental:
- Cambios en la conducta. Una persona que era de buen temperamento de pronto se vuelve agresiva.
- Pérdida de juicio y raciocinio. Se reduce o anula la capacidad de analizar y tomar decisiones en todos los ámbitos de la vida, como el económico o el social.
- Pérdida en la capacidad de realizar “funciones motoras ejecutivas”. Por ejemplo, seguir indicaciones, como darle un teléfono para que lo guarde en la bolsa, lo lleve luego al cuarto, lo saque de la bolsa, lo meta en una gaveta y luego regrese a la sala. Esta secuencia es imposible de seguir para uno de estos enfermos.
- Cambios en los hábitos de limpieza. A alguien que antes era pulcro con su aseo personal le deja de importar si anda o no ropa limpia.
La predisposición hereditaria no es uno de los factores de riesgo más comunes. Lo que sí está comprobado es que hay un conjunto de características que hacen a unos más propensos que otros a desarrollar Alzheimer. Entre esas características, las más importantes son:
- Fumar
- Colesterol o triglicéridos altos
- Hipertensión arterial no controlada
- Sedentarismo
Hay ejercicios cognitivos para fortalecer las capacidades de aprendizaje y de memoria, que favorecen al cerebro y retrasan o hacen menos agresiva esta enfermedad. Entre los más comunes están la sopa de letras y el sudoku.
Arnoldo Soto comenta que, actualmente, hay fármacos que ayudan a frenar el deterioro de la memoria y controlan el comportamiento de quienes presentan episodios de ira como parte de esta enfermedad.
“Mejorar los hábitos de alimentación y ejercicio ayudan a retrasar el Alzheimer”.
Actualmente, hay investigaciones en curso para desarrollar fármacos para atacar directamente la enfermedad. También se estudian métodos de detección, como exámenes de sangre o imágenes del cerebro, para conocer con anticipación el nivel de riesgo de una persona para desarrollar Alzheimer.