Veromiel es como se llama el negocito de doña Verónica Abarca Badilla. Ella es apicultora y antes de meterse de cabeza con las abejitas jamás se imaginó que le iban a dar tantas alegrías y equilibrio espiritual.
Esta microemprendedora nació, se crio y vive en San Ignacio de Acosta y fue el papá quien le metió el gusanillo por las abejas porque él las tuvo, pero las dejó a mediados de la década de los ochentas cuando entraron al país las abejas africanizadas y se mezclaron con las colmenas, entonces para evitar problemas le puso candado a las colmenas que tenía.
El proyecto de doña Verónica arrancó hace como cuatro años, justo cuando sus tres hijos ya estaban grandecitos. Ella siempre fue ama de casa y no sabía absolutamente nada de las abejas, solo recordaba que el papá tuvo, nada más; tampoco sabía nada de cómo se administra una empresa.
“Siempre me ha gustado estar ocupada y como mis hijos crecieron sentí que era el momento de hacer algo más durante el día. Mi esposo (Nelson Valverde) me apoyó desde el primer momento que le hablé de las colmenas para producir y vender miel de abeja.
“Como yo escuchaba a mucha gente hablar de miel, de colmenas, me animé pensando que era muy fácil el asunto, pero qué va, me equivoqué, no es nada fácil, de hecho, el inicio fue con dos colmenas y por el desconocimiento se nos murió una”, reconoce la acosteña.
La colmena que les quedó sirvió para comenzar el aprendizaje de la mano con diferentes instituciones del gobierno que le ayudaron a doña Verónica a prepararse. Fue a cursos en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), por ejemplo.
Paso a paso
“Poco a poco comenzamos a crecer, ya entendiendo más y mejor en qué nos habíamos metido. Fui aumentando la cantidad de colmenas porque me dedicaba a salvar enjambres que se hacían en diferentes lugares. Crecí en cantidad y entendimiento para manejar las abejas.
Esta vecina de San Ignacio tiene sus colmenas solo con la abeja conocida como doméstica. El nombre científico es apis mellifera, por eso también es conocida como abeja melífera. Es el tipo de abeja que más hay en el mundo, son originarias de Europa y África.
“Siempre pensé que me metería con el proyecto de las abejas para vender la miel y así estar ocupada, tener un ingreso de dinero con el cual ayudarle a mis hijos en la universidad. Toda la vida fui ama de casa por eso siempre tuve la espinita de algún día tener mi propio ingreso económico.
“Al inicio tenía mucho miedo, conforme fui aprendiendo más sobre las abejas se me fue quitando. Tener abejas no es fácil, pero se puede aprender muy bien el oficio”, confirma doña Verónica.
Es en la finca del suegro, en San Ignacio de Acosta, que tiene tres lugares con abejas, empezó con uno. Recuerda que la primera vez que sacó miel fueron como 20 botellas y día con día fue subiendo el número, 20, 40, 80, 100, hasta llegar al día de hoy que en cada cosecha vende unas 600 botellas.
“Yo hago todo prácticamente sola. Hay un señor que me ayuda y en ocasiones alguno de mis hijos, pero nada más. Como todo el proceso que hago es completamente artesanal y natural, la miel que yo vendo es 100% pura y gracias a esa pureza es que he logrado ir consolidando clientes”, asegura.
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Nos encanta la miel
Recuerda que sus abejas dan cosechas en enero, un par de veces en febrero y en marzo otra cosecha que podrían ser dos. El verano es la época importante para la cosecha de miel.
Explica la acosteña que en enero la miel que producen las abejas es fruto del dulce que extraen de frutas como la naranja, eso provoca que la miel sea bien clarita, conforme avanza el año la miel se pone más oscura porque llegan las floraciones no de frutas sino de árboles.
“Al tico le encanta la miel de abeja, pero que sea bien pura. El kilo de miel lo vendo en seis mil colones, pero también tengo otras presentaciones más pequeñas y para eso pueden llamarme al 8754-2431.
“También me pueden buscar en Facebook e Instagram como Veromiel. Trabajar con abejas es un trabajo bien pesadito, pero reconfortante, al entrar una en el apiario la energía es muy positiva, sale una como renovada, positiva. Estar a la par de la vida y la naturaleza inyecta motivación y tranquilidad”, se alegra la apicultora.
Algo que le ha encantado es que la finca del suegro, en donde hay cultivos, aprendió ya a respetar a las abejas y por eso no se usan agroquímicos que las vayan a afectar, además, las abejas mejoran la polinización y el suegro ha visto un cambio enorme en la calidad y cantidad de sus cultivos de aguacate, naranjas, mandarinas, plátano y ganado.
Por todo el país
Veromiel le lleva miel de abeja pura a cualquier parte del país. Además, ya doña Verónica ha ido avanzando con otros productos a base de miel de abeja, como una especie de mantequilla que es sabrosa para untarle al pan.
“He tenido la bendición que quien me compra se vuelve cliente y entre cosechas voy haciendo la lista. Tengo muchos clientes fijos que no perdonan que no les lleve su miel, eso me alegra mucho porque me demuestra que vamos por buen camino en el emprendimiento”, dijo orgullosa la dulce emprendedora.
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