Carlos Herrera tiene 20 años y los últimos dos ha sido bombero voluntario en la estación de Batán, Limón.
El joven dice que desde que estaba en el cole soñaba con usar el traje amarillo de los rescatistas que tanto admira.
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“Un día estaba en clases y uno de los cilindros del comedor tuvo una fuga y hasta se prendió, los bomberos llegaron a atender la emergencia y me llamó mucho la atención la forma en la que trabajaron, entonces decidí que quería ser como ellos".
Durante un tiempo Herrera trabajó en una bananera en Batán de Limón y compartió su tiempo con la pasión de ser bombero.
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“Mi trabajo servía mucho en mi voluntariado porque tenía conocimientos sobre ciertos químicos y eso ayudaba mucho en mi labor. Ahora trabajo en una empresa que fabrica baldosas y columnas para construcciones, pero el conocimiento siempre queda”, aseguró el luchador.
El veinteañero dice que aunque disfruta cada segundo que trabaja como bombero, hay cosas muy duras de llevar, como por ejemplo el primer accidente mortal que atendió.
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“Un día nos llamaron para atender un choque entre un carro y un bus, cuando llegamos vimos que uno de los ocupantes del carro estaba muerto y eso me marcó para siempre porque nunca había vivido una situación como esa, sin embargo, uno aprende a sobrellevar esas cosas cuando se siente apasionado de verdad por la institución.
“Siempre he pensado, y sobre todo ahora, que las instituciones como Bomberos y Cruz Roja son de suma importancia para la sociedad porque protegen la vida y se entregan por los demás sin importar nada”, reflexionó Carlos.