Katherine Vanessa Sáenz, de 28 años, se considera una mujer sensible y sin duda tiene razones para serlo. Ella logró sobrevivir a un rapto ocurrido cuando tenía apenas 8 años y eso la marcó.
Cuenta que le es imposible no llorar cuando oye en las noticias que hay menores de edad desaparecidos. Sabe que pueden estar pasando hambre, frío y encontrarse muy asustados por estar con extraños que pueden abusar psicológica y sexualmente de ellos.
Su caso pasó así. Recuerda que el miércoles 6 de noviembre de 1996, cerca de la 1 p. m., ella estaba jugando en la plaza de la escuela de San Francisco de Concepción de Tres Ríos cuando un hombre que vendía postales la engañó. Le dijo que visitarían a unos familiares en Guanacaste y que su mamá le había dado permiso de ir.
Dice que estaba confundida, que el tipo le dio a oler algo y ella perdió el conocimiento. Cuando recobró la conciencia estaba cerca de unas fincas de caña en Santa Cruz de Guanacaste.
"Llegamos a un bar y el hombre me dijo que esperara en una parada de buses. Creo que fue a comprar cigarros y seguro vio las noticias porque cuando regresó hacia mí estaba asustado y comenzamos a caminar rápido", asegura.
Llegaron hasta un camino poco iluminado, donde estaban las fincas de caña y al fondo había casas. Ellos continuaron caminando y a lo lejos vieron a unos policías que hacían retenes.
"Para ese entonces la Policía buscaba rápido, no esperaba 48 horas como a veces pasa. Mi familia cuenta que las fronteras fueron cerradas y los medios de comunicación difundían mi foto, todos me buscaban y yo siento que eso fue muy bueno", explica.
Al ver a los polis, el tipo le dijo a Katherine que se devolvieran y se encontraron un pick up en el que dormía un borracho.
"El tipo que me secuestró bajó al otro hombre, lo puso en la acera, se montó y se fue. Ahí me quedé con ese otro señor, cuando este despertó solo me llamaba y se trataba de acercar, pero me asusté más y fue cuando comencé a llorar. No tenía por dónde escapar porque el camino también tenía partes donde había luz y en otras no".
Los gritos de la niña fueron tan fuertes que una vecina, identificada después como Leda Hidalgo, y un hijo de ella salieron de la casa y rescataron a la niña. Luego coordinaron con la Policía.
Las novedades
Veinte años después de aquello, Katherine le da gracias a Dios por protegerla y ponerle ángeles en el camino.
Cuenta que por su caso hubo juicio y en su declaración el bicho les dijo a los jueces que le habían pagado para sacar a la menor del país.
"Dijo que yo estaba comprada, pero no dijo por quiénes, seguro me pretendían sacar del país para prostitución o venta de órganos, sea como sea, Dios me salvó", recalca.
Katherine es ahora madre de dos niñas de 10 años y de un añito. Asegura que siempre piensa en ellas, sobre todo porque cree que ahora hay mayor maldad que antes.
"Siempre trato de protegerlas y encomendarlas a Dios, creo que el pesar de toda madre es que a uno de sus hijitos les pase algo malo", detalla.
Katherine está terminando el bachillerato por madurez porque sueña en darles una mejor vida a sus chiquitas. También desea estudiar Recursos humanos o ser trabajadora social.
Quiere ver crecer a sus niñas y superarse con ellas.