Es normal que cuando una persona pasa varios años encerrada en una cárcel se acostumbre al aislamiento.
Así lo explica Sarita Villegas, jefa de la Unidad de Inserción Social del Ministerio de Justicia.
La experta dice que cuando un reo ha estado cierto tiempo en prisión y se acerca la hora de ser liberado, sus mecanismos de defensa se activan.
“Pese a que los privados de libertad tienen acceso al televisor, a los periódicos y al teléfono público, el aislamiento físico influye mucho en la percepción que tienen del mundo.
“Es común que estas personas se enfrenten a temores, frustraciones y ansiedades cuando sienten que está cerca la hora de cambiar el estilo de vida al que se acostumbraron en la prisión”, aseguró.
Incluso, la especialista señala que muchos reos salen de la cárcel y no logran adaptarse a la sociedad y por eso regresan a la prisión.
“La red de apoyo que tienen los privados de libertad es fundamental para disminuir la presión de ser señalados en la sociedad como el homicida, el ladrón o el violador del barrio, por ejemplo.
“Además, sus seres queridos pueden darle apoyo emocional y económico cuando les cueste conseguir un trabajo”, argumentó.
Empujón
Sarita dijo que la Unidad de Inserción Social que dirige fue creada en abril de este año y pretende ayudar a los reclusos en esa preparación para la libertad.
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“Nosotros empezamos a dar un acompañamiento especial a los privados de libertad un año antes de que sean liberados para guiarlos en ese proceso tan complejo.
“En el proceso es fundamental la presencia de la familia ya que eso disminuye en gran medida las probabilidades de reincidencia de los reclusos”.
Las autoridades aseguran que las capacitaciones y herramientas como cursos y títulos que reciben los reos mientras están presos son muy importantes para actualizarlos y prepararlos para que la adaptación a la sociedad no sea tan traumática.