"Cristina" es una niña de 8 años que durante seis se crió junto a "Mariana" (hermana de madre). Eran tan unidas que para el cuarto que les construyeron en la casa pidieron que fuera uno solo bien grande, separado por una puerta para poder pasarse cuando quisieran. Eran unidísimas.
Pero hace dos años, a Mariana se la llevó su padre para que pasara con él las vacaciones de medio año, pero la niña no regresó a vivir en la misma casa que Cristina. En el último año y tres meses solo se han visto en seis ocasiones
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Ahí se inició la lucha de Aurora Sánchez (mamá de las dos) por recuperar a su hija mayor y demostrar en los tribunales que las acusaciones de su expareja (de violencia contra Mariana) no eran verdaderas.
"Ha sido una situación bastante difícil. Tuve a mi hija mayor hace casi 14 años, no me casé con su papá y cuando ella tenía tres años y medio, me casé con mi esposo actual con el que tuve a mi segunda hija. Durante doce años tuvimos un régimen de visitas normal hasta que le puse la pensión y él contraatacó y me denunció por violencia domestica", explica Aurora.
"Estuvimos un año con impedimento para acercarnos a ella por la denuncia de violencia y en el proceso el juez prácticamente no nos dejó defendernos. Debimos elevar el caso al Tribunal Superior de Familia, donde hasta lo sancionaron a él por sus acciones. Nos permitieron verla nuevamente con régimen de visitas, pero el papá de Mariana no nos la da ni para celebrar el cumpleaños de Cristina juntas, como familia", afirma.
Aurora recalca que separaron a dos hermanas que estaban creciendo juntas. Además están privando a Mariana del cariño de sus tíos y abuelos.
"Cuando (Mariana) está con nosotros se comporta como si nunca nos hubiesen separado, pero cuando se va, no responde nuestras llamadas por miedo a la reacción de su papá", explicó la madre.
Casos como este ocurren constantemente en los juzgados de familia, pero instituciones como el Inamu y el Colegio de Psicólogos no reconocen la alienación parental como un problema, lo que impide la posibilidad de crear leyes que regulen estas prácticas en beneficio de los niños y su derecho a crecer y compartir con ambos padres.
El criterio del colegio profesional se basa en que en el marco de la salud mental, el Síndrome de Alienación Parental (SAP) no ha sido reconocido por las autoridades en materia de psicología, psiquiatría y salud mental como algo a tratar.
En sencillo, la llamada alienación parental es cuando en una pareja uno de los padres pone a los hijos contra el otro y trata de romper el vínculo que los une a fin de "desaparecer" a esa persona, sea el papá o la mamá
Solo donde los abuelos
Bernal Monge es un abogado sancarleño que, pese a conocer las leyes, no ha podido hacer mucho para impedir el accionar de su exesposa, quien acusó por violencia doméstica a él y a su actual pareja para impedir que ambos compartieran con su hijo de 9 años.
"Mi hijo y yo almorzábamos juntos todos los días, de día por medio lo llevaba al kínder y cuando empecé mi nueva relación empezaron las denuncias por violencia doméstica, primero en San Carlos y luego en Guápiles. En el 2013 me dieron un régimen de visitas que se cumplió solo tres veces porque cuando iba a recogerlo, ella nunca estaba en la casa con tal de no entregármelo", explicó Monge.
Por eso solo logra ver a su hijo cuando la madre se lo lleva a los abuelos (paternos) para que lo cuiden porque ella tiene algo qué hacer. Monge asegura que su exesposa le ha metido tantas cosas en la cabeza al niño que el menor está aterrado de salir a comerse un helado con él por temor a que alguien le cuente a su mamá que los vieron juntos y lo castiguen.
"No es que no lo vea nunca, pero no puedo cumplir el régimen de visitas porque no puedo llevármelo para la casa. La mamá dice que ahí lo maltratamos. No puedo llevármelo de paseo a la playa en familia. A otra hija mía, de 26 años, Junior le contó que no va a ver a su papá porque a su mamá no le gusta", explicó el abogado.
"Hace año y ocho meses que no la veo"
Fernando Montero y su hija de 13 años no se ven desde febrero del 2016. En aquel mes, la madre de la pequeña decidió cortar todo vínculo entre ambos y la meta del padre de recorrer todos los parques nacionales del país junto a su niña, quedó detenida en 12.
"Por el bloqueo de su mamá no puedo tener contacto con ella de ningún tipo. Doy por sentado que siguen viviendo en la misma casa y estoy seguro a qué colegio asiste, porque he tenido que interponer recursos de amparo para que los centros educativos me brinden información sobre el avance de su educación, porque hasta eso ha intentado impedirme por la vía legal", explicó Montero.
Para él, lo que hace su expareja es aún más grave porque por sus conocimientos profesionales como psicóloga sabe el daño que le está provocando a la hija de ambos.
Pese a que desde febrero de este año se levantaron las medidas en mi contra y se estableció un régimen de visitas, no he podido cumplirlo porque ella no se lo permite y le dice cosas en mi contra.
"El instrumento de la violencia doméstica se ha convertido en la vía rápida para lograr sus objetivos. Conozco la ley, comprendo su espíritu, pero se ha venido abusando de ella para perjudicar a los niños y adolescentes de este país", agrega Fernando.
"La lucha se inició en el 2010, luego hubo un paréntesis entre el 2012 y el 2016 en el que pude compartir con mi hija y ahora nuevamente nos separaron", señala.
Se lo quitaron estando enferma
Grethel es la madre de un niño de cinco años al que desde los 2 años y cuatro meses su exesposo se lo quitó por diferencias entre ambos.
"Estuve un año sin poder verlo porque me denunció por violencia doméstica alegando que yo le pegaba al chiquito. Yo venía saliendo de estar quince días en el hospital por una inflamación de los vasos sanguíneos. Él le dijo que iba a ir a lavar el carro y regresó a la casa con la Policía y me sacó de la casa", explicó la alajuelense.
"Luego de ese año comencé a verlo en la Corte una vez a la semana, por dos horas y con una trabajadora social presente. Me lo asignaron todos los fines de semana, pero su padre protestó y lo variaron a un fin de semana cada quince días, pero me lo está entregando solo una vez al mes porque le dice al niño que lo va a llevar a ver caballos, hace fiesta con otros niños en la casa y el pequeño no se quiere perder ese rato con los primitos y amiguitos. Yo entiendo, es un niño de cinco años, pero eso lo hace para no dármelo", comentó Grethel.
Incluso indica que la bloquearon de la plataforma de información de la escuela de su hijo por petición del papá, aunque la orden del juez dice que tiene derecho a compartir en actividades extracurriculares.
"Mi hijo me pregunta porqué no lo voy a dejar al kínder, él ama pasar tiempo con su familia, pero se siente en un conflicto de lealtades porque no sabe si quedarle bien al papá o a la mamá. Yo le pago la pensión puntual a mi hijo y cumplo con todo, pero él no cumple con entregarme al chiquito cuando me toca", agregó la madre.