Cuando me lo dijo, le prometí la columna y como lo prometido es deuda. Aquí el pago.
Esta persona logró gastarse la quincena en ocho horas exactas, luego de que se la pagaron. Aunque en perspectiva parezca un acto irracional, en realidad –seamos honestos– a cualquiera nos puede pasar, basta con cometer una seguidilla de los siguientes errores comunes:
1. Dejar los pagos mensuales arrecostados en una sola quincena. Si una quincena no me toca hacer ningún gasto fuerte en servicios como alquiler, pero en la otra sí, lo lógico es que reparta el gasto entre las dos quincenas y no lo recargue sobre una sola.
2. No hay nada que atente más contra el buen resguardo del dinero que el exceso de confianza. Si se siente bien en el trabajo y cree que lo tendrá para el resto de la vida, o cree que los ahorros acumulados ya le protegen de cualquier abuso, sepa que: ¡Está jugando con fuego! ...y se puede quemar.
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3. Otro error es seguir el estribillo de la canción “Yo no sé mañana (...) si se acaba el mundo” y no parar la fiesta hasta que ya no tiene con qué pagar la siguiente ronda.
4. Simplemente no saber, cuándo le cobran los servicios, cuánto le rebajan de los cargos automáticos, es decir perder el control de los gastos.
La solución a esos cuatro errores se soluciona con una hoja de papel. Haga el listado de gastos mensuales y enséñeles quién manda.