No hay nada más preocupante para el agricultor liberiano don Juan Fallas, que cuando no llueve sobre su parcela de cebollitas.
Este señor, de 54 años, tiene toda la vida de dedicarse a la siembra y para él no hay día que lo ponga más contento que cuando se vienen las lluvias.
"Yo sé que para mucha gente la lluvia puede ser un estorbo, más que todo por los trabajos que tienen, pero para nosotros, los que vivimos de la tierra, cuando llegan las primeras lluvias del año es una completa bendición", cuenta Fallas.
Este empunchado hombre de campo cuenta que además de servirle para no perder sus productos, los aguaceros le ahorran plata, porque esos días no tiene que regar la plantación.
"El día que deje de llover aquí no sé que voy a hacer, porque seguro quedo en bancarrota", dijo el señor.