Como la peluquería Cri-Cri decidió cerrar sus puertas en el barrio Chino después de 51 años de servirle a los niños costarricenses, nos dimos una vuelta por la zona a ver si era cierto lo que nos dijo la dueña de la peluquería, doña Yelsi Poltronieri, de que ahora por ese lugar la gente solo pasa pero corriendo porque los deja el bus.
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Buscamos negocios que tuvieran más de 20 años de estar en ese lugar para que nos dieran una buena referencia del antes y el después de la llegada del Barrio Chino a lo que fue el Paseo de los Estudiantes.
Nos topamos de frente con la Óptica Vargas, que tiene años de estar en la zona. Ahí estaba el optometrista Esteban Vargas, nieto de don Gerardo Vargas, fundador de ese negocio, él nos confirmó que el asunto a ellos ya les pasó de castaño a oscuro y que en diciembre habrá una reunión familiar para tomar decisiones fundamentales sobre el futuro del negocio.
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“Ha cambiado demasiado esta zona, desde que nos cayó el barrio Chino todo se fue a pique, hoy día yo atiendo dos o tres clientes por día, cuando mucho y así exagerado, a siete. Antes del barrio Chino no le puedo decir cuántos clientes atendíamos por día porque eran demasiados, imagínese que teníamos agenda, nadie podía venir sin cita, eso ahora es cosa del pasado”, confirmó don Esteban.
También visitamos a don Jorge Alfaro, quien por 39 años ha tenido la tienda Deportes 2.000 y nos recibió con la misma cara larga de dolor de don Esteban.
“Nos mataron el negocio. Solo como ejemplo le digo que yo antes un 24 de diciembre a las doce de la noche tenía que cerrar la puerta casi en la cara de los clientes, porque eran demasiados y no dejaban de llegar a pesar de la hora, pero desde que llegó el Barrio Chino, un 24 de diciembre cierro a las cinco de la tarde porque no entra ni un gato”, explicó don Jorge.
Por estos días, Deportes 2000 está viviendo grandes congojas porque los clientes no llegan y tras de eso el edificio donde están cambió de dueño y ahora la mensualidad la aumentaron al doble, por eso negoció para que le dieran un localito más pequeño para por lo menos seguir pulseando con la confianza en que la clientela hecha en 39 años no le va a fallar.
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“Vivimos toda la construcción de bulevar del Barrio Chino, algo que nos afectó profundamente los clientes, pero bueno, soportamos porque la municipalidad nos prometió que vendrían tiempos mejores, que volverían los clientes, pero qué va, todo terminó en un cuento chino. Llevamos mucho palo para nada”, comentó don Jorge.
Otros dueños de locales con muchos años de estar en la zona, quienes prefirieron no dar sus nombres, reclamaron que la Municipalidad de San José jamás los ayuda en nada, que nunca hacen actividades como ferias en las cuales ellos puedan poner toldos en el bulevar para vender sus productos. Dicen que cuando hacen un evento así solo invitan a los que regalan comida y a los chinos, pero a los ticos los tienen ninguneados.