La fe de los vecinos de Bellavista de Nandayure en Guanacaste es tan fuerte que ni el terremoto de Nicoya del 5 de setiembre del 2012 hizo que se tambaleara.
Aquel fuerte sismo de 7,6 grados destruyó por completo el templo de la comunidad, pero lejos de lamentarse, los fieles se unieron y se pusieron la meta de levantar la parroquia, para así tener de nuevo un lugar acogedor donde ir a encontrarse con el Señor cada semana.
La conclusión de ese sueño se hizo realidad este sábado 1 de julio a las 9:30 de la mañana, cuando el obispo de Tilarán, Manuel Eugenio Salazar inauguró el nuevo templo.
María de los Ángeles Moreira es una de las empunchadas vecinas que forma parte de la junta edificadora, la cual se formó para realizar la dura misión de levantar el templo.
Esta señora de fe inquebrantable contó que fueron muy pocos los donativos que recibieron, la mayoría del dinero lo recolectaron por medio de rifas, bingos y actividades similares.
"Tuvimos que empezar de cero, prácticamente desde el zanjeo. Acá no importaba si era hombre o mujer, todos jalábamos carretillos con material para ver la iglesia nuevamente en pie. Los hombres ayudaron chorreando el piso", contó orgullosa de su comunidad doña María de los Ángeles.
Entre los pocos donativos recibidos está uno del MOPT que les regaló cemento y varillas. Otra parte de los recursos vino de la parroquia de Nandayure.
Los enduros (competencias de motocross) que organizó don Rafael Ángel Chavarría y dos cabalgatas hechas por don Álvaro, un guanacasteco de otra comunidad, también sirvieron de mucho a la causa.
Le dieron vuelta
Aunque es una nueva edificación, se mantuvo en gran parte el diseño original, lo que sí hicieron fue darle vuelta porque antes estaba viendo para el oeste, como la mayoría de templos del país, ahora está viendo hacia el sur, de frente a la plaza de deportes. Incluso, eso les permitió ganarse algunos metros en la distribución y se ve más grande, según contó Moreira.
Mientras avanzaban en los trabajos de reconstrucción, y para continuar con las misas, éstas se impartían en la cocinita de la iglesia, donde la acondicionaron con bancas y un techito para protegerse de las lluvias.
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Los trabajos comenzaron por iniciativa del padre Francisco Barrios, quien fue trasladado a playa Hermosa y ahora están a cargo el padre Hugo Brenes, quien da la misa los sábados a las 2:30 de la tarde.
La iglesia destruida por la naturaleza estuvo en pie cerca de 47 años, esperemos que este nuevo templo, perdure por muchísimos años más.