Bunnell, Florida, EE.UU.
AP
Una mujer, de 52 años, mató a tiros a su esposo ciego y usó bolas de naftalina para tratar de ocultar el hedor del cuerpo en descomposición, el que había arrojado debajo de un bote que tenían en el patio trasero, dijeron las autoridades en Florida.
Dorothy Singer está acusada de matar a su esposo William “Butch” Singer, de 48 años. Está detenida sin derecho a fianza. La agarraron este miércoles.
El comandante policial Rick Staly dijo que el cadáver fue hallado cubierto por una lona el 7 de abril, luego que su hermana lo reportó como desaparecido el 23 de marzo. Según la autopsia, recibió balazos en la cabeza y en el pecho.
Singer usaba ocasionalmente el teléfono celular de su esposo “para dar la impresión de que él estaba vivo y bien".
Las autoridades sospechan que la mujer, incluso, estaba tramando fingir su propia muerte para huir del país.
Los detalles de la investigación describen una sucesión elaborada de acontecimientos que se remontan a enero, cuando Elizabeth, la hermana de Charles, perdió el contacto con él.
A partir de ese momento, los detectives encontraron a través de un análisis intenso de los registros de teléfonos celulares, las transacciones bancarias, los informes de los empleadores y los mensajes supuestos de Charles a su hermana, inventados por Dorothy, para crear la intrincada historia de un marido que 'la había golpeado, por lo que ella lo habría echado de la casa'.
La investigación reveló que ella le disparó cuando su víctima esta en la cama del dormitorio principal, vaciándole una pistola calibre 22 que había pedido prestada a su hermana con tres balas. Los impactos fueron en la parte superior del cráneo, uno en la sien derecha y otro en el pecho.
La casa la limpió hasta el punto de que ninguna evidencia era visible a simple vista, aunque los investigadores más tarde recogerían sangre a través del análisis forense. Ella cubrió a Singer con una lona, llena con con bolas de naftalina y colocó el cadáver debajo de un bote en el patio trasero.
Los oficiales determinaron que el asesinato y la red de historias que creó la mujer las hacía con más despreocupación que inteligencia, dejando pequeñas evidencias en lugar de esconderlas y cometer varios errores reveladores con los celulares y mensajes de texto, utilizados en los intentos de disimular el crimen.