Con esplendor eterno, un mar de lágrimas y la ira de un hermano, Gran Bretaña se despidió hace 20 años de su "Reina de Corazones" , mientras un millón de dolientes o más vieron a Diana, la princesa de Gales, dirigirse a su descanso final tras una vida de días de oro y tristeza.
La princesa, de 36 años, murió el 31 de agosto de 1997 en un accidente de tránsito con su nuevo novio, Dodi Fayed, y su chofer mientras huían a alta velocidad de los paparazzi.
Hace dos décadas, una muchedumbre silenciosa forcejeó para ver la majestuosa procesión que cargaba el féretro de Diana a su funeral en Abadía de Westminster, que avanzó a paso de "marcha fúnebre" por los corredores que formaron las personas amontonadas en el centro de Londres, para decir adiós a una princesa tan adorada como desafortunada.
En aquella ocasión, el hermano de Diana pronunció en la abadía una crítica que tocó desde la prensa hasta la familia real.
Spencer habló de los difíciles años que pasó su hermana en la familia real, cuando Diana perdió el título de "Su Alteza Real", después del divorcio del príncipe Carlos.
Ella era "una persona de nobleza natural que fue desclasada, que demostró en el último año que no necesitaba un título real para generar su estilo particular de magia" , señaló.
El conde prometió proteger de la prensa a los hijos de Diana, el príncipe Guillermo, entonces de 15 años y segundo en línea al trono británico, y el príncipe Enrique, de 12, y que no permitiría que fueran consumidos por "el deber y la tradición" de la realeza.
Entre los tristes tonos de Bach, Verdi y Purcell en la abadía, los 2.000 dolientes también oyeron un sereno himno pop de Elton John, el amigo de Diana, quien interpretó una canción que hizo llorar a sus hijos.
"Adiós rosa de Inglaterra, tu vela se apagó mucho antes de lo que lo hará tu leyenda", cantó.
Una nación en duelo
Finalizado el funeral, poco después del mediodía, la nación guardó un minuto de silencio en su honor.
El féretro estaba envuelto en la bandera real y coronado con lirios, tulipanes y rosas blancas, y una corona de flores por cada uno de sus hijos y su hermano. Una tarjeta colocada sobre el ataúd decía simplemente "Mami" .
La carroza fúnebre fue rápidamente cubierta de flores arrojadas por la multitud en duelo.
Mientras el cortejo pasaba frente al Palacio de Buckingham, antes de que los hombres se unieran a la procesión, la familia real, encabezada por la reina, inclinó sus cabezas.
La policía calcula que mucho más de un millón de personas se alinearon en las aceras y llenaron los parques de Londres para ver el funeral en pantallas de TV. Pero el silencio reinó; apenas lo rompieron unas cuantas veces el ruido de los pasos y el triste doblar de la campana.
Una caravana entonces trasladó los restos de la princesa por una ruta de 120 kilómetros a su casa ancestral, Althorp Park, donde una tumba aguardaba en una tranquila isla arbolada en la propiedad.
Una lección para la familia real
En los seis días desde la muerte de la princesa, hubo una efusión extraordinaria de aflicción pública. La increíble popularidad de Diana, que fue un fastidio para la familia real en vida, resultó una lección ahora en su muerte.
"Ellos (la realeza) deben acercarse más al pueblo para sobrevivir. Di era la única que mostraba expresión en su rostro. Las expresiones de los otros casi nunca cambian", dijo Doreen Duffell, quien se unió a una apesadumbrada muchedumbre antes de la procesión.
Ese mismo sentir llevó a la reina Isabel II el viernes a romper el protocolo real al pronunciar su primer discurso televisado en vivo en sus 45 años de reinado para rendir homenaje a su ex nuera, a quien describió como una "persona extraordinaria" cuyo recuerdo sería atesorado.
Ese matrimonio de "cuento de hadas" entre una joven incómodamente hermosa recién salida de la adolescencia y un príncipe 12 años mayor que ella se fue deteriorando año tras año. Diana se quejó de que él era frío y la familia real insensible. Los amigos de Carlos decían que ella era una esposa difícil. Ambos admitieron con el tiempo que tuvieron relaciones extramaritales.
La propia Diana había dicho que su mayor aspiración era ser "una reina en el corazón de la gente" . Y desde el día de su muerte, las multitudes la coronaron como tal.